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“¡Tatica, líbranos de todo mal…!”

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Dos madrecitas tiene la República Dominicana: la Virgen de las Mercedes como santa patrona, y su protectora, nuestra Señora de la Altagracia. También se les denomina “Vírgenes Ilustradas Latinoamericanas”, cuyo realismo mágico inspira y acompaña en la fe a madres, guerreros, padres, hermanos, hijos, amigos. Muchos les consideran rescate de la identidad nacional.

En el caso específico de la Virgen de la Altagracia, la leyenda narra acerca del señor que iba de viaje y cuya hija le pidió una efigie de una virgen desconocida. En medio de su búsqueda, alguien le regaló la imagen y cuando la joven vio el cuadro dijo que era igual a la que se le había aparecido en sueños.

A través de la narrativa oral, y de generación en generación, se ha trasmitido la leyenda. Algunos las describen o dibujan con sus coronas, escapularios o rosarios y, en ocasiones, con el niño en brazos.

Su nombre lo pronuncian dominicanos y dominicanas, sin distinción de edades, clases, ni sexos: Altagracia: “Porque recuerda que por ella recibimos la mayor gracia, que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Nuestra virgen es esa Madre que continúa la misión mediadora entre Dios Padre y nosotros, sus hijos”.

Hablan los abuelos de las deidades que resguardan nuestro paso, con sus “mantos” protectores. En la República Dominicana, este 21 de enero se multiplicará las peregrinaciones y desde muchos rincones del país, islas vecinas y del mundo, criollos y extranjeros ofrecerán sus rezos y promesas a la Divina Imagen en la Basílica de Santa María la Menor, a la chiquitica, a Tatica la de Higüey.

El pueblo dominicano adora a la Virgen de la Altagracia, como “representación feliz del misterio de la Maternidad Divina de María. Esa es la Alta Gracia”.

Los colores de la bandera dominicana están presentes en ella, como sello de identidad nacional. En su cabeza se observa un resplandor tocado por doce estrellas, sostenida majestuosamente por una corona dorada.

Pese a que el tiempo favorece pérdidas o tergiversaciones de las memorias, fuentes históricas apuntan que en el año 1502, se ofrecía culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia en la Isla de Santo Domingo.

Existen referencias del cuadro pintado al óleo, traído a Higüey por los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, españoles nacidos en Extremadura. El 12 de mayo de 1512, el obispo de Santo Domingo, García Padilla, erigió la villa de Salvaleón de Higüey en parroquia. Entonces, los Trejo donaron la imagen de la Virgen para que fuera venerada por todos. Se denominaba a la Parroquia de la comunidad “Casa de nuestra Señora”, en ese entonces construida de tabla de palma, techada de cana y piso de tierra.

Cuentan que el quinto abuelo del Libertador Simón Bolívar fue su mayordomo de cuidado en 1569. En 1572, se terminó el primer santuario altagraciano y en 1971 se consagró la actual basílica.

Luis Gerónimo de Alcócer escribió en 1650, un testimonio que conserva la Biblioteca Nacional de Madrid, donde se lee lo siguiente:

La imagen milagrosa de Nuestra Señora de la Altagracia está en la villa de Higüey, como treinta lenguas de esta ciudad de Santo Domingo; son innumerables las misericordias que Dios Nuestro Señor ha obrada y cada día obra con los que se encomiendan a esta santa imagen; consta que la trajeron a esta isla dos hidalgos naturales de Placencia, en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio, de Trejo que fueron de los primeros pobladores de esta isla, (…).

Coronada en dos ocasiones: por Pío Xl, y Juan Pablo II, los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".

Este 21 de enero

¿Cómo espera el pueblo dominicano un nuevo día de conmemoraciones a la virgencita de la Altagracia? En muchos hogares del país, la violencia ha dejado estelas de dolor y luto.

En la Conferencia del Episcopado Dominicano se llamó a todos los cristianos a evangelizar los ambientes públicos y privados…a enfrentar las “acciones relacionadas con el narcotráfico, la corrupción, la evasión fiscal y el tráfico ilegal de personas”.

En este 2009, la festividad de la Virgen llama a oponerse a los males que corroen y sacuden al país. Además de los antes señalados, la violencia intrafamiliar, el abuso infantil y otros crímenes sin reparos, son rechazados por una población que pide protección y tranquilidad en sus hogares, calles, avenidas y barrios.

Los Obispos han clamado en la Carta Pastoral por el enfrentamiento a todos estos sufrimientos y el Gobierno ha dispuesto reforzar los programas de prevención y lucha contra la violencia la criminalidad y el narcotráfico. El presidente Leonel Fernández alerta sobre las estadísticas, que cada día se incrementan.

Este 21 de enero, dominicanas y dominicanos, hombres y mujeres de otras partes del mundo visitarán la Basílica de Higüey, prestos a cumplir peticiones o promesas. Una vez más, se repite lo que la historia recoge como la más antigua devoción registrada en América. Latirá en todos y cada uno de ellos el dolor acumulado durante siglos, el agradecimiento que exhalan las lágrimas y las oraciones.

La gente acude en busca de alivio y paz. Con respeto y fervor alzarán sus ojos a la Virgen, porque creen en el poder milagroso de este lugar, y que a través de ellos intervendrá la Virgen de la Altagracia para devolver la salud perdida, a mitigar la pena por el familiar que se ha ido…”Señor, intercede por nosotros”…
“Tatica, ayúdanos a líbranos de todos estos males…!”

“Amén”, se escuchará decir al eco de los vientos, el mismo que lo repite en la continuidad de más de cinco siglos…

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