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El progreso no ha llegado a La Puya

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Con la miseria marcada en el rostro y su casita a punto de colapsar, Josefina Encarnación, residente en la parte baja del sector La Puya, de Arroyo Hondo y madre de tres jóvenes, cuenta las penurias que sufre cuando llueve, porque la cañada inunda su vivienda y arruina lo poco que tiene.
 
Esta situación, unida a las precariedades del vecindario, ha sumido a la angustiada mujer en un estado de pobreza infrahumana, la cual le obliga a recurrir a métodos primitivos de supervivencia, como cocinar en rudimentario fogón de tierra, dormir en un camastro con base de palo y cartón, para impedir que el colchón se moje.
 
«Estoy cocinando a esta hora (5:00 de la tarde) porque me gano la vida vendiendo botellas y no había conseguido dinero todavía. Este arrocito blanco será nuestro desayuno, comida y cena», dijo abatida por el hambre y el cansancio.
 
Lo triste de todo es que la historia de Encarnación se repite en cada uno de los residentes de La Puya, donde la delincuencia, desempleo, contaminación ambiental, deserción escolar y el alto índice de adolescentes embarazadas forman un cuadro patético y alarmante.
 
Así lo expresó Ramona Fortuna, quien al igual que Encarnación vive en la rivera de la cañada y también sufre la indiferencia de las autoridades de Salud Pública, Medio Ambiente y otras instituciones gubernamentales.
 
Enfermedad y contaminación
 
Fortuna cuenta que después de cualquier aguacero se desata un enjambre de mosquitos, que amenazan la salud de los habitantes y enferman a los niños de dengue, problemas respiratorios y de la piel, estas últimas producto del hedor y contacto con aguas negras.
 
Ante este escenario, los lugareños han pedido a los organismos competentes acudir en auxilio del sector para sanear la cañada, fumigar, entregar mosquiteros y controlar el cólera, que cada vez azota con más fuerza.
 
«Aquí es raro cuando no hay dos y tres niños con cólera, porque el nivel de hacinamiento en el que vivimos es ideal para la incubación y proliferación de cualquier enfermedad», manifestó Fortuna.
 
Desempleo y delincuencia
 
Otro problema que afecta al vecindario es el alto nivel desempleo, que a su vez incrementa la delincuencia juvenil, la venta de estupefacientes, como alternativa para sobrevivir.
 
La falta de ocupación se evidencia en la gran cantidad de personas que se observan jugando dominó, charlando, o en otras actividades recreativas, en las estrechas y deterioradas calles del lugar, durante las horas laborables.
 
En este sentido, Julia Ferreira dijo que los robos y atracos no tienen hora para ejecutarse. “A una joven la atracaron a las 4:00 de la tarde. Después de las 9:00 de la noche es una cacería de brujas lo que sucede en este barrio”, agregó.
 
Sin embargo, quienes usan la creatividad para generar su propio empleo, sacan una mesa a la calle y venden frituras, aguacates, frutas, ropa interior y bisuterías.
 
Debido a la extrema pobreza de La Puya, la presidenta de la Asociación Unidad Comunitaria, Delfina Mirabal, sostuvo que el vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, le prometió gestionarle 900 tarjetas de Solidaridad, pero todavía las está esperando.
 
«Aquí hay madres que no mandan sus hijos a la escuela porque no tienen con qué comprarles los útiles y el uniforme, puesto que la ayuda del gobierno no se siente por estos lados», afirmó Mirabal.
 
Pese a los alardes del gobierno sobre el desarrollo y avance que experimenta la República Dominicana con los numerosos puentes, elevados, túneles y metros, lo cierto es que el progreso todavía no ha llegado a La Puya y a muchos barrios similares del país.
 
Pie de Fotos: 0043 Josefina Encarnación cocina algo en su rudimentario fogón de tierra
 
0071 Las míseras viviendas de La Puya
 
0017 Esta cañada inunda el barrio cuando llueve

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