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Vecinos impiden muertes en San Cristóbal

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“¡Dios mío, ayúdame!”. Fueron las palabras que exclamó María Turbí cuando despertó a las tres de la mañana y vio su casa inundada. Sin tiempo que perder, despertó a sus hijos de 4, 5, 9, y 11 años. Al abrir la puerta, el agua entró de golpe y salieron nadando en medio de la oscuridad, temerosa de perder a uno de sus vástagos. Gritaba a todo pulmón: “¡auxilio, por favor ayúdenme”! Poco después fueron socorridos por varios vecinos que los rescataron sanos y salvos a todos.
 
Esta pesadilla la vivieron decenas de familias del sector Villa Progreso II, en San Cristóbal, la madrugada de este miércoles, cuando sus casitas, ubicadas en la parte baja del lugar fueron inundadas por la gran cantidad de lluvias, debido al paso del huracán Irene por el territorio dominicano.
 
El presidente de la junta de vecinos de Villa Progreso II, Juan Ceballo, narró que a las 4:00 de la madrugada, seis vecinos tocaron a su puerta para avisarle que la mayoría de las viviendas del lugar estaban anegadas y que debían rescatar a las personas. De inmediato llamaron a los organismos de socorros y al 911, pero estos no les contestaron.
 
Al verse sin ayuda, se armaron con lo poco que contaban para rescatar a esas personas. Usaron gomas, tubos, sogas y linternas, logrando salvar, gracias al coraje y férrea decisión a cada uno de sus allegados. En el olvido quedaron las pertenencias materiales.
 
El propio vicepresidente de la junta de vecinos, Apolinar Ceballo, vestido con un pantalón jean y sin camisa, dijo que lo único que pudo salvar era lo que tenía puesto.
 
Mientras que amas de casas, con lágrimas en los ojos, lamentaban que todos sus enseres y pertenencias estaban sepultadas bajo el agua, porque todo fue tan rápido que apenas dio tiempo para salvar sus vidas.
 
Asimismo, Anny Franco, madre de tres niños, contó que duró varios días malpasando y sin comer para reunir el dinero de los útiles escolares de sus hijos y ahora todo estaba perdido y sin idea de cómo volver a comprarlos.
 
Villa Progreso aun sin ayuda
 
Pese a que el desastre fue en la madruga y los dirigentes comunitarios se encargaron de albergar a los damnificados en casa de familiares, amigos, escuelas y otros lugares, todavía pasadas las 5: 00 de la tarde, ningún organismo de socorro se había presentado en el lugar.
 
“La única visita que hemos tenido hasta el momento ha sido de la prensa, los cuerpos de socorros se han hecho de la vista gorda, ignorando nuestras condiciones y estado de calamidad en que nos encontramos”, manifestó el presidente de la junta de vecinos.
 
Mientras que el Ayuntamiento de San Cristóbal se hizo presente con unas 20 raciones de comida, para un total de 70 personas, por lo que algunos se quedaron sin alimentos y otros reunieron para comprar pan y jugo.
 
“A las 5:30 de la tarde fue que el Ayuntamiento nos mandó un locrio de arenque con habichuelas, en un plato que ni un niño podía quedar satisfecho; además, no tenemos agua, comestibles enlatados, mosquiteros, colchones, ni nada para pasar la noche, explicó José Vidal Pujols”, también damnificado.
 
Olga Alcántara se quejó de la lentitud de las autoridades y comentó que está albergada en una casa en construcción, de tres habitaciones, junto a 20 personas, entre ellos: niños, adolescentes, ancianos y parejas de esposos, por lo que el nivel de hacinamiento es un peligro para la salud de todos.
 
“Imagínate, si continúan las lluvias y las clases ya empezaron, los que están alojados en escuelas y centros comunitarios tendrán que irse y sin saber para dónde, porque cualquiera te aguanta por dos días, pero no por una semana”, reflexionó Alcántara.
 
La República Dominicana acaba de sufrir el paso del huracán Irene. Muchos comentaban la suerte que había tenido el país de no sufrir toda la furia de este evento meteorológico de esta envergadura; sin embargo, para María Turbí, Juan Ceballo, Anny Franco, Olga Alcántara, entre tantos otros afectados en el Barrio Villa Progreso II, de San Cristóbal, la tragedia nunca será olvidada. Quizás los organismos de socorros debían pensar en un plan de mayor cobertura para impedir que se repitan estas tristes escenas, que no acabaron en muertes, gracias al valor y entereza de los vecinos.

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