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Guaguas “Voladoras”: el terror sobre ruedas

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Los autobuses o guaguas denominadas “voladoras” son el ejemplo más palpable del desorden en que opera el transporte público en la capital dominicana, que se encuentra en poder de los sindicalistas con una absoluta falta de supervisión de las autoridades competentes.

Para el ciudadano común que tiene que usar el servicio de las “voladoras”, es una verdadera odisea, ya que nadie le asegura llegar con vida a su destino.

Los choferes y cobradores que operan las “voladoras”, en la mayoría de los casos, personas procedentes de extractos marginados de la sociedad, con un bajo (y en ocasiones ninguno) nivel de formación escolar que los faculta para imponer el terror a los pasajeros indefensos.

Ese terror, los “pilotos” de las “voladoras” lo manifiestan de diversas formas. Tanto en los rebases temerarios a los demás vehículos que circulan por las principales vías de Santo Domingo, como por el derroche de palabras soez que derraman al usuario.

”Si no quieres apéate, toma tus cuartos, bájateme de la guagua, esta es mi guagua y hago lo que quiera, el gobierno no ha comprado guagua, sin no le gusta, quédese”, son de las agresiones verbales que diariamente padecen los usuarios de las “voladoras”.

Otros elementos menos ofensivos, pero sin dejar de ser molestosos, con los que suelen encontrarse quienes usan las “voladoras”; son las frases como “péguense como anoche”, “el que no se quiere pega que se baje y coja un taxi”. Esas frases suelen ir acompañadas de una alta velocidad y una música altísima con las que se identifican el chofer y el cobrador del vehículo.

Para ser chofer o cobrador de guaguas “voladoras” no se exige ningún tipo de requisito, sólo estar “dispuesto a lo que sea”, que no le tiemble el pulso a la hora de echar mano al “casa hígado”, (machete preparada para degüelle con varias puntas) para todo el que se “pase de la raya”.

El cobrador, regularmente, inicia a la edad de 13 o 14 años, precisamente cuando acaba de abandonar la escuela y esta siendo presionado por los padres para que “aporte en la casa, ya que no quiere estudiar”.

Mientras que el chofer es aquel cobrador imberbe que logra “foguearse” y aprende a dale para adelante al vehículo, que de vez en cuando se lo sede el conductor para ayudarlo, sobretodo cuando no se “clava” (no esconde parte del dinero que cobra a los pasajeros).

Ese cobrador que pasó a ser chofer, no asume ninguna responsabilidad judicial a la hora de cometer alguna infracción a la ley de tránsito, ya que no cuenta con ningún tipo de documentación, como licencia de conducir o seguro del vehículo que conduce. Frecuentemente lo único que tienen para presentarle al agente de tránsito que lo detiene por alguna violación, es la tarjeta de ruta con el nombre del sindicato al que pertenece.

La mayor parte la lleva el ciudadano que resulta atropellado por una guagua” voladora”, ya que ni el chofer ni el sindicato a que pertenece se hacen cargo de la victima, porque nunca cuentan con un centavo ahorrado.

Se estima que diariamente la Autoridad Metropolitana de del Transporte (AMET) recibe un promedio de 1,000 a 1,200 reportes de choferes de guaguas “voladoras” que se pasan en luz roja. Mientras que un poco menos (800 a 900) reportes de incidentes como choques y agresiones físicas a pasajeros por parte de choferes y cobradores de “voladoras”.

Pese a los diversos tipos de maltratos que recibe la población de parte de choferes y cobradores de las guaguas “voladoras”, esa modalidad de transporte sigue siendo una opción importante en la capital dominicana, debido a la falta de una política eficiente de parte del gobierno, que garantice la eficiencia de ese servicio.

En el negocio del transporte urbano e interurbano en Republica Dominicana intervine el gobierno, los empresarios privados y los sindicatos (ya convertidos en empresarios). El gobierno, que tiene la principal responsabilidad de proveer el transporte a los ciudadanos, opera a través de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) y el Metro de Santo Domingo.

Del otro lado, haciendo pulso al gobierno, se encuentran los sindicatos que operan rutas de guaguas urbanas e interurbanas y taxis, los cuales se han impuesto, motivados por el terror y el chantaje y una política de transporte público deficiente por parte de las autoridades competentes.

En el último extremo, se encuentran los empresarios privados, que participan en el transporte público a través de rutas interurbanas o flotillas de taxis, que al igual que el gobierno, suelen ser victimas del terror y el chantaje de los sindicatos que operan las guaguas “voladoras”, con una flotilla en su mayoría chatarras.

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