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Hablemos de sexo: orgasmo múltiple

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»Si el placer tuviera 10 partes, los hombres gozarían sólo de una y las mujeres de nueve». Esta frase que la mitología griega atribuye al sabio Tiresias, expresa uno de los secretos de la sexualidad femenina: su capacidad multiorgásmica. Sí, las mujeres pueden tener un orgasmo después de otro siempre que la estimulación continúe. A veces los orgasmos son tan próximos que resulta difícil distinguir si se trata de uno prolongado o de varios sucesivos. Una respiración profunda le permitirá a la mujer recobrarse rápidamente y disfrutar del siguiente.

La práctica de conocer el propio cuerpo vuelve más frecuente esta capacidad de goce femenino; la autoestimulación también la facilita, ya que entonces es ella quien determina tiempos y modos de estimularse, y nadie la distrae de su placer.

La siguiente definición de orgasmo múltiple que he recibido de una lectora de esta columna me parece muy esclarecedora: «Durante el coito mi compañero –o yo misma– me estimula. Al percibir que las fuertes contracciones del orgasmo están aquietándose continúo con las caricias que más me gustan. Entonces, aparece otra vez y otra. Cuando siento que mi placer se ha colmado me detengo, satisfecha».

El varón tiene un período refractario: después del orgasmo y la eyaculación necesita un tiempo para volver a excitarse. La mujer, en cambio, no.

La capacidad de goce femenino ha sido ocultada. Tal vez porque ella ha aceptado las leyes sexuales impuestas por los varones olvidando que su sexualidad es diferente. Entonces, visto desde la óptica masculina, un orgasmo tras otro parecería una rareza; visto desde el desconocimiento femenino, su múltiple capacidad de goce parecería un desenfreno.

Si ella pretende que su pareja la acompañe en su multiorgasmia puede ser tildada de exigente y sentirse culpable ante el compañero que percibe su capacidad sexual como una amenaza a su masculinidad. Si ella se somete a esta visión, y si ambos no toman en cuenta sus diferencias, limitarán sus respectivos goces.

Algunas mujeres tienen habitualmente uno o varios orgasmos, otras alcanzan el orgasmo sólo en ocasiones y otras no lo han experimentado nunca. Seamos realistas, actualmente existe una enorme presión social que indica que la mujer debe ser orgásmica. Como consecuencia de ello, ellas buscan el orgasmo no sólo para su beneficio, también para satisfacer al compañero y para sentirse como las demás mujeres. En cierto sentido, el orgasmo se ha convertido en un trabajo; cuando ella busca afanosamente el orgasmo en lugar de centrarse en el placer, el sexo se vuelve frustrante y el orgasmo, ausente. El orgasmo no es voluntario, cuánto más te empecinas en lograrlo, menos ocurre.

El camino al orgasmo está sembrado de diferentes momentos de placer, tan deliciosos como la misma llegada, y sólo recorriéndolo se alcanza el goce.

Mujeres y varones podemos experimentar en nuestra singular sexualidad para descubrir los caminos del goce de cada uno. Y mediante información, diálogo y comprensión mutua, aprender a compartirlos. Tal vez así la afirmación de Tiresias pierda la frialdad de los números nueve y uno para convertirse en un 10 compartido.•

La autora es médico, psicoanalista y sexóloga.

  • dsb@doctorasoniablasco.com

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