El vacío cultural de estos tiempos de pensamientos dogmáticos y excluyentes, que nada inspiran la inquietud intelectual por carecer de ideas con racionalidad argumentativa, compromete más a destacar las efemérides, inspiración del civismo, sobre todo al conmemorarse el 157 aniversario de la Restauración de la República, este 16 de agosto de 1865.
Las letras de oro de la narrativa sobre las luchas del pueblo dominicano para independizarnos, primero de Haití (1844) y posteriormente de España (1865), nos enseñaron lo poderosos que somos cuando predomina la unidad nacional y despierta la conciencia colectiva.
Nombres de egregios soldados restauradores como: Santiago Rodríguez, Pepillo Salcedo, Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, Gregorio Luperón, Matías Ramón Mella, Benito Monción, entre otros próceres, deben ser reconocidos por todos los dominicanos como pundonorosos protagonistas de esa gesta épica colmada de heroísmo. No podemos dejar de mencionar cuando el patricio Juan Pablo Duarte, primer general en jefe de los Ejércitos de la República Dominicana, arribó al país por Monte Cristi (1864), manifestando su deseo de participar de forma activa en la lucha restauradora y por mezquindades y pugnas de poder no fue ni recibido por José Antonio Salcedo(Pepillo), primer presidente restaurador .
A Duarte se le ofreció un humillante exilio disfrazado de embajador con el pretexto de hacer gestiones en Venezuela para adquirir armas y dinero. El padre de la Patria, decano de los fundadores de la República, sólo pudo tener la oportunidad de despedir a otro prócer, el general Matías Ramón Mella, cuando lo visitó en su lecho agonizante en Santiago.
La intriga manipulada y la mentira aviesa que adornan todos los capítulos de nuestra historia, hicieron que posteriormente Pepillo Salcedo fuera fusilado por orden de quien lo sucedió en la presidencia, Gaspar Polanco, quien como “lección aún no aprendida”, los mismos que siembran la cizaña de siempre, también lo hicieron saltar a él.
En una reseña histórica aparecida en la edición #45 de la revista Clío (1988), de la prestigiosa Academia Dominicana de la Historia, se destacan las declaraciones de José María Vargas, del 25 de enero de 1924, donde declara ante Rafael Reinoso y Pedro M. Archambault:
Cuando le preguntaron: “Cree Ud. que Pepillo fue un gran patriota o un traidor? “
Respondió: “Creo que él era un buen patriota. Ud. sabe que aquí el que más sirve más pronto lo acaban, por eso yo me he desempeñado y me he retirado a vivir lejos. Estos políticos no sirven para nada. Creo que Pepillo merece el agradecimiento de los dominicanos”.
Según los hechos , “un mal asesor es peor que un enemigo”, y más ahora cuando la revolución tecnológica se mueve a una velocidad tal que a veces impide el correcto procesamiento de los datos recibidos, y se acciona en función de agendas grupales, ajenas al interés nacional y a la dignidad humana , saturadas de falsedades y resentimientos.
La cultura es la avenida para el avance de los pueblos. El estudio de las doctrinas, como la que enseñó Confucio, predicando la obediencia de los ciudadanos al gobierno, y este le provea bienestar, crea un sentido de pertenencia, donde el interés común y la integridad son preponderantes sobre el lucro o la ambición.
Urge un Estado con líderes excepcionales y valientes, que conduzcan la nación con una planificación estratégica en función a nuestra realidad en áreas prioritarias, como la salud y la seguridad pública, fortaleciendo la agro industria y la producción nacional como ejes para la alimentación de los dominicanos a precios asequibles, así como otras fuentes de empleo generadoras de vidas dignas.
Qué mejor fecha que la Restauración de la República para que los dominicanos de buena voluntad , que son la mayoría, se unan en un proyecto de nación, bajo la égida de un Estado progresista, honrando con acciones solidarias el sacrificio de nuestras glorias inmarcesibles que con el “grito de Capotillo” nos condujeron por los caminos de la libertad, para que nos convirtiéramos en tierra de oportunidades para todos.