El banco de España S.A. era un ente privado en tiempos de la república…
El propio Indalecio Prieto escribió al respecto que no podían vanagloriarse de esta aventura conocida como el oro de Moscú: “Un ministro socialista pidió autorización para proceder libremente; el Gobierno, del que formábamos parte otros cinco socialistas, incluso quien lo presidía, se la concedió, y socialistas eran también los bancarios que dispusieron cuanto se les ordenó, tanto en España como en Rusia, así como los paisanos que convoyaron el cargamento entre Madrid y Cartagena”. DominicanosHoy trae a colación esta historia para que no se olvide, como un jarabe para la memoria.
La guerra empezó en 1936, pero ya desde los meses siguientes los mismos políticos que exigían a los españoles resistir hasta la última bala se preparaban un exilio dorado con el inmenso patrimonio robado tanto al Estado como a los ciudadanos. Por el contrario, ninguno de los generales franquistas requisaba dinero o joyas para el caso de necesitar exhiliarse en caso de que perdieran la guerra.
La madrugada del 14 de septiembre de 1936, a solo 3 semanas de iniciarse el conflicto, entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT (socialistas) y de la CNT (anarquistas) en el mismo Banco, a las que acompañaban 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho. Su ética no le permitió ser cómplice.
Hay que añadir que los socialistas se dieron prisa porque la guerra había empezado solamente dos meses antes, el 18 de julio de 1936. La reserva española de oro había sido registrada por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como la cuarta más grande del mundo
Los principales responsables de este derroche fueron los miembros del PSOE Juan Negrín, que antes de ser presidente del Gobierno fue ministro de Hacienda, e Indalecio Prieto, aquel diputado del PSOE que se paseaba por el congreso de los diputados mostrando su pistola. También se atribuyen los mismos modos a la Generalidad catalana, dirigida por Esquerra Republicana.
La orden de traslado y sus motivaciones
El 13 de septiembre de 1936 el nuevo ministro de Hacienda, el socialista Juan Negrín, por iniciativa propia emitió un decreto “reservado”. El decreto reservado decía lo siguiente:
“Ministro de Hacienda
Excmo. Sr:
Por su excelencia el presidente de la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el siguiente decreto reservado: La anormalidad que en el país ha producido la sublevación militar aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas precautorias que considere necesarias para mejor salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público. La índole misma de la medida y la razón de su adopción exigen que este acuerdo permanezca reservado. Fundado en tales consideraciones, de acuerdo con el Consejo de Ministros, y a propuesta del de Hacienda, vengo en disponer, con carácter reservado, lo siguiente:
Art. 1º: Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España.
Art. 2º: El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto.
Madrid, 13-9-36.”
Es de observar que en aquella epoca el banco de España era un ente privado, Sociedad Anonima, y no un organismo publico como lo es hoy.
El decreto fue firmado por el Presidente del gobierno del Frente Popular, Manuel Azaña, a quien no se le informó cuando se aplicaría el decreto, ni tampoco el destino del tesoro. La excusa para dejar fuera de conocimiento en la materia al Presidente fue su “estado espiritual”. Valido de esta medida presidencial, el 25 de octubre Negrín ordenó el traslado de la totalidad del oro depositado en las bóvedas del Banco de España, de Madrid al puerto de Cartagena. Eran “siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España”, según el ministro de Marina y el Aire, Indalecio Prieto, quien tiempo después dijo haberse enterado por casualidad de ese traslado.
Según justificó más tarde Largo Caballero, el Presidente no fue informado hasta mucho después debido a su «estado emocional» y el «carácter reservado de la operación»:
“¿De esta decisión convenía dar cuenta a muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra de escándalo internacional […] Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República, el cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable, por consiguiente sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros [el propio Largo], el Ministro de Hacienda [Negrín] y el de Marina y Aire [Indalecio Prieto]. Pero los dos primeros serían los únicos que se habían de entender con el Gobierno de Rusia.”
Obtenidas las llaves, se abrieron las cajas y cámaras donde se custodiaban las reservas, y durante varios días los agentes del Gobierno estuvieron extrayendo todo el oro allí depositado. El metal precioso se colocó en cajas de madera de las utilizadas habitualmente para el transporte de municiones, que no estaban numeradas ni acompañadas de facturas que indicasen cantidad, peso o contraste del oro.
Las cajas fueron transportadas en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde de depositaron en los polvorines de La Algameca, en una base naval bien custodiada. El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE.
Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa, 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de la Caja General de Reparaciones.
El cajero principal del Banco de España se suicida y los consejeros Martínez Fresneda y Álvarez Guerra denunciaron la extracción del oro por constituir una ilegalidad y presentaron su dimisión.
“… el día 14 de septiembre de 1936 irrumpen en el Banco fuerzas de Carabineros y Milicias, enviadas por el Ministerio de Hacienda, de acuerdo con los Comités, y especialmente con el que funcionaba en el mismo Banco de España. Dirigió la operación de incautación el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, en unión de empleados del Banco [ ]… Colocado el oro en cajas de madera, fue transportado en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena [ ]..
“Saqueadas las reservas metálicas del Banco de España, se procedió de modo sistemático a la confiscación del dinero, divisas, valores y efectos de propiedad de particulares que existían en depósito y en paquetes lacrados en la Banca privada. Para ello se dictan disposiciones conminatorias, como los Decretos de 3, 10 y 16 de octubre de 1936 [ ]… en la noche del 6 de noviembre se presenta en el Banco de España, con el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, un individuo titulado Capitán de Carabineros, Julio López Masegosa , que era persona de la confianza de Negrín y agregado, como Ayudante del mismo, a la Secretaría del Ministerio de Hacienda [ ] … avisado el Jefe de las cajas de seguridad de alquiler y depósitos en dicho Banco, le manifestaron que el Ministro de Hacienda había ordenado la apertura de las cajas, que debía llevarse a cabo con toda urgencia”.
“Igual suerte corrieron las cajas de alquiler y depósitos de la Banca privada. También en noviembre de 1936, Méndez Aspe, de acuerdo con el Gobierno rojo, autorizó al titulado Comandante de Carabineros Federico Angulo para trasladar el contenido de las cajas de seguridad y depósitos a Valencia. A las objeciones tímidas de algunos elementos técnicos de la Banca, que alegaban que era preciso contar con los clientes, respondió el agente marxista, en forma amenazadora, que no estaba dispuesto a aceptar dilaciones. Fuerzas de Carabineros penetran en los locales de la Banca privada, violentando cajas y depósitos e incautándose del contenido”.
“… El día 25 de octubre de 1936 se personó Francisco Méndez Aspe en Cartagena, y, de acuerdo con Negrín, ordena que por la noche se extraigan sigilosamente de los polvorines siete mil ochocientas cajas de oro, de un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, que custodiadas por claveros de confianza como José Velasco y Arturo Candela (quienes quedaron presos en Rusia) son transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Neve y Volgoles, que zarparon en dirección a Odessa,”
A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas, que fue vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a 20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas).
El 20 de octubre de 1936, el director del NKVD –Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, aunque realizaba operaciones especiales en otros países– en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con el socialista Negrín, ministro de Hacienda –el mismo que después robó las cajas de los bancos para huir a Méjico– añadiendo que “Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.”
Alexander Orlov contestó que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España. Aquellos tanquistas fueron dirigidos por el comunista Valentin Lasarte, “el miliciano”. Más tarde declararía lo siguiente: «Deseo subrayar que, en aquel tiempo, el gobierno español no controlaba completamente la situación. Le dije francamente al ministro de Hacienda Negrín que si alguien se enteraba de ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con los camiones cargados de oro español, los matarían y sería un tremendo escándalo político en todo el mundo, que incluso podría provocar una revolución interna. Por ello le pregunté si el gobierno español podría extenderme credenciales bajo algún nombre ficticio como representante del Banco de Inglaterra o del Banco de América, porque entonces podría decir que el oro se estaba transportando a América por razones de seguridad Negrín no puso ninguna objeción. Pensó que era una buena idea. Yo hablaba un inglés relativamente bueno y podía pasar por extranjero. Por lo tanto, me extendió las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me convertí en el representante del Banco de América.»
Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. Los nacionales, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente. Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia». Sin embargo, el 15 de octubre los socialistas Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.
Según Orlov, «Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas. La mandaba el coronel S. Krovoshein, que los españoles conocían como Melé. Krovoshein me asignó veinte camiones militares y otros tantos de sus mejores tanquistas (…) Los sesenta marinos españoles habían sido enviados al polvorín con una hora o dos de anticipación (…) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, me dirigí, seguido de una caravana de camiones, al depósito de municiones (…) La salud de Méndez Aspe era algo muy serio. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que debíamos interrumpir la carga o pereceríamos [a causa de un bombardeo alemán]. Le respondí que no podíamos hacerlo, porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, así que debíamos seguir. Entonces huyó y dejó solo a un ayudante, un español muy agradable que se encargó de contar las cajas del oro»
El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odessa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800, y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.
Críticas de Largo Caballero a la gestión de Negrín:
«¿Cuánto oro se entregó a Rusia? Nunca pudo saberse, porque el Sr. Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuentas de su gestión. Después se ha sabido, por unas cuentas publicadas por el Banco de España en 30 de abril de 1938, que dicho Banco había entregado en custodia 1.592.851.906 millones [sic] en oro y 307.630.000 en plata. Aparte de esto, Hacienda se incautó de todo lo existente en cajas de seguridad de los Bancos oficiales y privados, cuyo valor se eleva, seguramente a muchos millones. ¿Todo esto más las alhajas que existían en el Palacio Nacional, en habitaciones reservadas, y las de muchos particulares, se han gastado en armas? ¿Al terminar la guerra qué oro quedaba en poder de Rusia? ¿Ha liquidado con el Gobierno llamado del Sr. Negrín? Esto no lo puede saber nadie más que él, pues (…) siempre se negó a dar cuenta de la situación económica. (…) El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso. ¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica? Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (…) con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco».
— Francisco Largo Caballero, marzo de 1939
El Destino del Oro del Banco de España
fuente: fundación Andrés Nin Indalecio Prieto, México, D. F., Marzo de 1953.