Y mientras que en el país se habla del impacto de la crisis de los Estados Unidos y la posible disminución del ritmo de crecimiento de la economía, otros mencionan los 700.000 millones de dólares destinados a salvar de la crisis a los bancos de Estados Unidos; cinco veces más de lo que aprobó la ONU para alcanzar los Objetivos del Milenio. Las ayudas europeas son aún mayores…
La reflexión es sencillamente básica: “tan sólo con el 3% de lo que ha destinado la Unión Europa para intentar solventar la crisis financiera, se le daba de comer al planeta durante un año”.
Así van las cosas por este mundo. Dos mil ocho casi se despide, convertido en anciano triste e insolvente. De ello hablan los establecimientos que cada año adelantaban los arreglos navideños en la República Dominicana y en esta ocasión se cubren de olvidos, mientras replantean cuentas que no dan, ni al derecho, ni al revés.
Se menciona a España, la “madre patria”, donde el gobierno da 100.000 millones de euros a los mismos bancos que están desahuciando a decenas de familias por no poder pagar la hipoteca.
El viejo mundo sufre. Las otrora multinacionales, siempre poderosas y altivas, anuncian despidos, recortes salariales, cierres… Y claro que el agobio abate doble a quienes habitan el más joven de los mundos. Su “mocedad” sólo sirve para agudizar el deterioro de una crisis que paga en mayor medida “la gente de a pie”.
Seres de todo el planeta reflexionan, cada quien según “el cristal desde el cual mira”. Los hechos conmueven y vale considerarlos entre todos, pese a las diferencias. Pensar, por ejemplo en los 1.000 millones de personas que son víctimas del hambre; en la criatura menor de 5 años que muere cada 5 segundos; en los 3.000 millones de personas que no disponen de agua potable, ni asistencia médica, ni educación.
El optimismo es un don de los caribeños. España y África sentaron en los genes una especie de humor chaplinesco, cantiflinesco. La importancia de poder despedir 2008, con una sonrisa al menos, es todo un reto y no se trata de exagerar, porque, dentro de esos 400 millones de niños que sufren la esclavitud infantil y los 200 millones de personas que padecen la emigración forzada, hay muchos dominicanos y dominicanas.
Mejor concluir este texto con una esperanza y creer que 2009 traerá nuevas a un continente, a un mundo pobre, que merece, sin duda, otro futuro.