Pero, jamás debemos perder de vista que será el primer presidente negro de la terrible y poderosa nación occidental.
Debemos, pues pensar con la cabeza fría y el corazón normalmente palpitante en torno a este triunfo, para darnos cuenta quién verdaderamente ganó y las preguntas que nos llegan de repente son las siguientes:
¿Con esta victoria, se romperá el bloqueo que ha mantenido Estados Unidos durante casi 50 años
sobre la República de Cuba?
¿Se acabará el sufrimiento de las familias norteamericanas y latinas que tienen a sus hijos
sirviendo de carnada militar en la estúpida guerra de ese país contra Irak?
¿Recibirán un respiro y apoyo del nuevo presiente Obama, los cientos de miles de inmigrantes residentes en la gran nación norteamericana?
¿Será sepultada para siempre la política neoliberal aplicada por las administraciones norteamericanas?
Estas y otras tantas interrogantes debemos formularnos alrededor de lo que se nos ha querido vender con este triunfo, como la llegada de una nueva ERA para occidentales y latinos.
Las estructuras ideológicas, políticas y económicas que sostienen a este país son las mismas, su política exterior variará, no es asunto de la llegada de un inquilino negro a la Casa Blanca y que por tal razón las cosas serán vista de otro modos.
Esperemos, pues, el diseño de las políticas de los primeros cinco meses, luego de la toma de posesión en enero próximo.