Londres (EFE).- Un diez por ciento de los niños de los países ricos sufre algún tipo de maltrato y tan sólo uno de cada diez casos de maltrato es investigado y probado, según la revista médica británica "The Lancet".
En la presentación en Londres de un estudio monográfico sobre maltrato en la infancia, el director de la publicación explicó que se trata de un problema de salud pública "mucho mayor" de lo que se pensaba.
Según la experta de la City University of New York (EEUU) Cathy Spatz, que ha estudiado las "espantosas" estadísticas de los malos tratos en la infancia de los países ricos, del 4 al 6 por ciento de los niños padece abusos físicos.
Los abusos psicológicos están en torno al 10 por ciento y el abandono, es decir, la falta de cobertura de las necesidades físicas, emocionales, médicas y educacionales de un niño, afecta del 1 al 15 por ciento de la población infantil.
La negligencia, a pesar de no suscitar tanta atención y preocupación, produce "por lo menos" el mismo daño en el niño y en su vida adulta que el causado por los abusos físicos y sexuales.
Al menos el 15 por ciento de las niñas y el 5 por ciento de los niños han estado expuestos a algún tipo de abuso sexual, que va desde mostrar a los menores material pornográfico hasta la violación con penetración, hasta la edad de 18 años.
A excepción de los abusos sexuales, que son perpetrados por familiares o conocidos, la mayoría de los malos tratos son cometidos por los propios padres.
Los abusos se dan más comúnmente en niños en edad escolar, aunque son los más pequeños, y más vulnerables, los que sufren un mayor número de muertes.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren 155.000 niños menores de 15 años como consecuencia de abusos o negligencia perpetrados por los padres biológicos (80 por ciento) o los padrastros (15 por ciento).
En la Unión Europea, cuatro niños por millón mueren por homicidio cada año, una cifra tres veces superior en los países de Europa del Este.
Los datos, explicaron los investigadores, son mucho más alarmantes en países de bajos y medios ingresos.
"The Lancet" define maltrato infantil como el acto o la falta de acción de padres o cuidadores de los niños que causan daños, pueden causarlos o amenazan con hacerlo, aunque no sea intencionado.
En esa categoría entra el ser testigo de violencia íntima: un comportamiento amenazante, violencia o abuso entre adultos que son o han sido compañeros íntimos o miembros de la familia.
Entre las consecuencias de esos malos tratos, que pueden derivar en trastornos crónicos, se incluyen, entre otros, dificultades educacionales, problemas de comportamiento, conducta sexual peligrosa, problemas alimenticios, de alcohol y de drogas, depresión o desorden de estrés postraumático.
La tasa de suicidios es muy elevada entre los jóvenes que han sufrido malos tratos en la infancia: algunos informes apuntan que uno de cada cinco de estos jóvenes intenta suicidarse, una cantidad que dobla a la del conjunto de la población juvenil.
Los investigadores que presentaron el estudio hicieron un llamamiento para que se inviertan los esfuerzos necesarios en mejorar la detección de los malos tratos y su denuncia, así como en investigar la eficacia de los distintos sistemas para prevenirlos y erradicarlos.
En esta tarea, explicaron, han de intervenir tanto familiares y conocidos como otros miembros que estén en contacto con los niños (profesores, médicos) y servicios sociales y judiciales.
A pesar de las numerosas medidas que se utilizan para prevenir y erradicar el maltrato infantil, que van desde la educación en las aulas y los medios de comunicación a las casas de acogida, pasando por las visitas periódicas de los servicios sociales y la terapia familiar, no hay resultados determinantes acerca de su efectividad.
El profesor Richard Reading, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), indicó que la penalización de los castigos físicos por parte de la justicia, en vigor actualmente en 20 países, ha contribuido a una disminución de los malos tratos físicos.
Reading aseguró que el castigo físico es una medida ineficaz para modificar el comportamiento de los niños y dijo que, estadísticamente, es más probable que un progenitor que utiliza este tipo de castigo termine cometiendo abusos físicos sobre el pequeño.