El también vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano estima que debido a los hechos de violencia que ocurren en el país, no cree prudente que se despoje a los civiles que poseen sus armas legalmente para su defensa propia.
No obstante, el purpurado católico dijo que espera que algún día las armas sean vistas por todos como reliquias arqueológicas y que no haya necesidad de usarlas.
De la Rosa y Carpio manifestó que la preservación de la vida es lo primordial, pero que es contraproducente que se desarme a la población y más aún en una época como esta en que hay personas que salen a las calles a buscar lo que no le corresponde.
Asimismo, sugirió que se establezca un plan que explique a quien debe desarmarse y a quien no.
En ese sentido, observó que hay muchas personas que portan armas de fuego con licencias legales que no están aptos para ello y que precisamente a ese segmento es que debe ir el desarme.
Hace aproximadamente tres años, un dominicano residente en Nueva York, nativo de la Sierra en Santiago, al regresar al país para pasarse unas vacaciones de 20 días adquirió un arma de fuego con permiso legal, una Bereta calibre nueve milímetro.
Tras adquirirla pregonó que tenía que probarla para ver si era nuena y se dirigió a Santiago donde hirió de un balazo en una pierna a un vendedor profesional porque le pasó cerca a su vehículo. El herido salvó la vida, pero el individuo se dirigió a su comunidad.
