El problema mayor está cuando dejamos de observar los contenidos, porque nos han “bombardeado” las formas. Ahora mismo, en este universo que habitamos, “al menos 963 millones de personas pasan hambre, lo que supone 40 millones más que en 2007”, según datos ofrecidos por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO)”.
De esos seres hambrientos, Latinoamérica presenta la triste realidad de haber crecido en seis millones durante los dos últimos años, lo que eleva la cifra a 51 millones.
La FAO advierte que la actual crisis económica y financiera podría conducir a un mayor número de personas al hambre y la pobreza.
Particularmente, se refiere a la clase campesinada entre los más empobrecidos: de ellos, muchos son dominicanos y dominicanas.
Pero, lo peor está en lo que se avizora en este mundo nuestro- y no es realidad virtual-. Se trata de un tema del cual vienen hablando economistas y algunos medios de comunicación, como el reportaje publicado por Lali Cambra titulado: “La tierra para quien la paga”, referido a los países emergentes y multinacionales que se aseguran reservas de comida comprando terrenos en naciones hambrientas.
Según plantea la autora, “las ONG lo han bautizado como the last land grab, la última apropiación de la tierra” y explica que debido a la situación existente con el precio de los alimentos y la financiera, los países más ricos y corporaciones multinacionales llevan a cabo una carrera de tiempo para apropiarse de tierras en estados latinoamericanos, asiáticos y africanos. Algo así como “comprar pan para mañana”. Los ricos asegurarán su comida en las tierras de los más pobres.
Aún cuando algunos Estados dictan leyes para protegerse de todo esto, la posibilidad de comprar esos terrenos funciona como nueva forma de colonialismo. ¿O puede ser otra la reflexión?