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Crisis golpea a España y deja casi tres millones de desempleados

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Madrid (EFE).- La crisis económica hizo sentir su huella en España en 2008 y marcó los últimos meses del año con un fuerte incremento del desempleo y el colapso del sector de la construcción, motor de la economía española en la última década.

Al desplome de ese sector, que emplea a gran número de inmigrantes, se sumó la desaceleración económica y la caída del consumo, factores que propiciaron la destrucción de empleo hasta llevar la cifra de desocupados a 2.989.269, índice que no se registraba en España desde 1996.

Estos datos obligaron al Ejecutivo, presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero,-que revalidó otros cuatro años de Gobierno en las elecciones generales celebradas el pasado 9 de marzo-, a adoptar medidas de urgencia.

El 27 de noviembre, presentó una batería de medidas anticrisis, respaldadas por una dotación financiera de 11.000 millones de euros (14.000 millones de dólares), con el objetivo de crear 300.000 puestos de trabajo y atajar la desaceleración económica.

Las últimas cifras muestran que España bordea la recesión tras experimentar, entre los meses de julio y septiembre, la primera caída de su crecimiento en quince años, un 0,2 por ciento, que según todas las previsiones se repetirá en los próximos trimestres.

La crisis laboral, que se inició en la construcción, se ceba también en los servicios, siendo los dos sectores con más altas tasas de desempleo, seguidos de la industria.

La especial concentración de extranjeros como peones en la construcción y en las empresas que prestan servicios hace que los inmigrantes sufran también las consecuencias y que comiencen a tener serias dificultades para encontrar empleo o para pagar sus hipotecas y facturas.

España recibió en los últimos años un gran número de inmigrantes procedentes principalmente de América Latina, Marruecos y Rumanía.

Para ayudar a los que pierdan su trabajo, el Gobierno aprobó un plan que prevé que puedan recibir el pago del subsidio de desempleo en sus países de origen con el fin de facilitarles el retorno.

Además de la crisis económica, el año que termina dejó de nuevo en España la huella del terrorismo de ETA, que tras retomar la actividad violenta en 2007 asesinó a cuatro personas a lo largo de 2008, año en el que ha sufrido grandes reveses con la detención de sus principales cabecillas.

El empresario vasco Ignacio Uria Mendizabal, asesinado a tiros el pasado 3 de diciembre, fue la última víctima mortal de ETA, a la que precedieron este año el ex concejal socialista Isaías Carrasco, que murió el 7 de marzo en un atentado en vísperas de las elecciones generales en España.

También fueron asesinados el guardia civil Juan Manuel Piñuel y el brigada del Ejército Luis Conde de la Cruz.

Pero ETA, que surgió en el País Vasco en 1968 y que busca por las armas la independencia de esa comunidad autónoma situada en el norte de España, recibió golpes muy importantes.

En apenas seis meses perdió a tres de sus cabecillas, detenidos en operaciones conjuntas de las fuerzas de seguridad francesas y españolas.

El arresto el pasado 8 de diciembre en Francia de Aitzol Iriondo Yarza cuando iba a reunirse con otros miembros de ETA descabezó a la banda por segunda vez en tres semanas.

Iriondo era uno de los miembros de ETA más buscados y, según el ministro español del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el nuevo "número uno" en la estructura "militar" de la banda tras la detención de Mikel Garikoitz Aspiazu, "Txeroki", el pasado 17 de noviembre en Francia, considerado hasta entonces el máximo cabecilla.

La estrecha cooperación y coordinación entre las fuerzas de seguridad de Francia y España hace que los miembros de ETA tengan cada vez más problemas para encontrar un refugio seguro y, según los analistas, han situado a la banda terrorista "contra las cuerdas".

Francia ha aceptado que agentes de la Guardia Civil española puedan realizar labores de vigilancia en su territorio.

El año 2008 dejó en España también la marca de la tragedia con el accidente de un avión MD82 de la compañía Spanair, que el 20 de agosto se estrelló en el aeropuerto de Madrid-Barajas y en el que 154 personas perdieron la vida.

Las causas del siniestro, en el que 17 personas sobrevivieron, no han sido aclaradas y están bajo investigación.

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