Dicen que tanto arregló el Diablo al sobrino hasta que le sacó un ojo. El capitalismo se pretendió tan desarrollado, que se creyó en capacidad de conferir solvencia a la insolvencia.
A los que no podían adquirir viviendas porque sus ingresos no alcanzaban para calificar para un préstamo bancario, se les concedió la oportunidad de convertirse en “propietarios” bajo el sofisma de que había garantía insuperable: el inmueble que adquiría.
“Tonto ¿por qué pagas renta si con eso puedes cubrir el costo de un financiamiento y pasas a vivir en lo tuyo?”. Era el mensaje subyacente en el bombardeo promocional que perseguía a los consumidores.
En verdad se concurrió a la mayor etapa de democratización del crédito de gran escala que se haya conocido, y como prestar engrosaba las proyecciones de ganancias, también acrecentaba los dividendos de los ejecutivos bancarios e inmobiliarios.
El desguañangue llegó cuando los inmuebles se devaluaban y la deuda no, y se iniciaron las devoluciones. El saldo de la crisis es estremecedor. Veamos estos datos que me ha enviado el licenciado Fernando Álvarez Bogaert:
“Las pérdidas de dinero a través de los mercados accionarios ha sido, en los últimos once meses, 34.5 trillones de dólares, cuando el PBI mundial, según el FMI, es de 62.3 trillones de dólares.
“Se han caído en casi todo el mundo, drásticamente, el precio de las viviendas y el valor de las pensiones que es lo que posibilita el endeudamiento de los consumidores (el consumo en los Estados Unidos es el 68% del PBI). De hecho, la demanda mundial de bienes y servicios se ha desplomado. Esta situación es obvia cuando analizamos los siguientes datos:
“A.- El promedio de la caída de los bienes básicos (petróleo, metales y comida) es de 54% en apenas 5 meses.
“B.- Los fletes marítimos se han descalabrado. Hace seis meses enviar un contenedor de China a Alemania costaba 2000 dólares. Actualmente, cuesta 600 dólares. Enviar un buque estándar a granel de Brasil a China costaba, hace 6 meses, 32,000 dólares diarios, hoy cuesta apenas 14,000 dólares.
“C.- En los Estados Unidos el índice de manufactura, el de venta al detalle y el de venta a servicios, cayó en noviembre a los niveles más bajo en 34 años.
“D.- Por otra parte, se han perdido en los Estados Unidos 1.9 millones de empleos en 11 meses, de los cuales 1.2 millones ocurrió en los últimos 90 días. Es importante enfatizar que este número no representa el valor real del desempleo de los Estados Unidos; ¿por qué? Porque no incluye a los trabajadores cesanteados que han dejado de buscar empleo e incluye como empleo completo a los trabajadores que laboran 20 horas diarias. Si se incluyen éstos, conforme al Buró de Estadísticas Laborales, el desempleo alcanzaría la cifra de 11.8%.
“Las economías de los países asiáticos excluyendo Japón, son casi totalmente impulsadas por las exportaciones, equivalentes al 46% de su PBI. Con el desplome de la demanda económica global (muy especialmente los Estados Unidos, Japón y Europa) esas naciones, indudablemente continuarán exportando bastante, pero una importante porción de sus saldos exportables no tendrán, como anteriormente ocurría, lugares donde colocarlos y como consecuencia de esto podrían ocurrir dos hechos: que la recesión se ahonde en Asia o se vean precisadas a vender bienes con fuertes presiones deflacionarias”.
Y todo tuvo su origen en los préstamos basura.
En su último discurso el presidente Leonel Fernández comunicó al país su intención de enviar al Congreso un proyecto de ley que permita el acceso a los fondos de pensiones para construir viviendas para trabajadores y para familias de bajos ingresos, que ninguno califican para un préstamo de viviendas aunque se confieran a tasa cero.
La ley 87-01 pauta la forma en la que pueden concederse financiamientos con los fondos de pensiones, entre las que están la rentabilidad y la transparencia, pero es evidente que si los proyectos de viviendas populares o las otras obras de infraestructura a las que se ha referido el presidente, encuadraran dentro de los requisitos vigentes, no habría necesidad de procurar otro ley.
En su discurso anterior el presidente quiso emplear parte de esos recursos para financiar un sector que por sus altos riesgos no es sujeto de crédito: el agropecuario; en la Cámara de Diputados cursa un proyecto que pretende apartar un 5% de esos recursos para créditos educativos; hay quienes aspiran a usar esos fondos para conjurar el problema energético y otros sugieren que se empleen para resolver el cuasi fiscal del Banco Central.
Sobran planes para tomar el camino fácil de disponer de esos fondos que, aparentemente, no tienen muchos dolientes.
