Son lindas las tradiciones, sobre todo si llevan consigo ese toque salvaguardador que transmiten los orígenes. En estos días navideños se multiplican momentos en los cuales nos damos los unos a los otros, a través de muestras afectivas que no siempre tienen que ser materiales; pero, si lo son, deben integrar el mensaje del espíritu, del alma, del corazón o como quieran llamarles.
El caso es que, “como ya es tradición, el programa Operación Niños de Navidad bendecirá a unos 200 mil niños de escasos recursos de Santo Domingo y el interior del país, los cuales podrán sonreír durante las festividades de navidad y la fiesta de los santos reyes”, tal y como publicaron estas mismas páginas.
Y no es que esté mal que los más pequeños de la nación reciban, en medio de su indigna pobreza, regalos de navidad. Todo lo contrario. Quizás venga lo mejor del programa cuando advierte que, además, “busca fortalecer los valores éticos, morales y espirituales. Su objetivo principal es la transformación de la vida de niños, niñas y adolescentes”.
Porque aprendimos la vieja máxima de no dar el pescado, si no enseñar a pescar. Y si bien se debe proveer a quien necesite, lo más importante es mostrarle un camino para que multiplique esos recursos con sus propios esfuerzos después.
Es plausible que las cajas de regalos estén “envueltas en amor y enviados con oración, para llevar esperanza a miles de niños que sufren, víctimas de la pobreza, el abandono y la violencia reflejada en todas partes de mundo”.
En la República Dominicana, el más añorado sueño de navidad, el mejor regalo, sería que se multiplicaran las escuelas. Que justamente a la salida de las aulas haya un regalo para cada niño o niña pobre. Pero, que al día siguiente sepa que no tiene que andar por las calles buscando el sustento a través de un cajón de limpiabotas, o buceando en los basureros que enferman y acaban con sus preciadas vidas.
Ojalá algún día, en estos días de navidad tengamos cosas así que publicar en nuestra prensa. Sin duda, será uno de los más hermosos fines de años en la nación dominicana, verdaderamente histórico.