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Odalix Roa y el crimen del Senado

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Estábamos en el Encuentro Mensual del Interiorismo, reunión que realizamos en una hermosa casa campestre instalada en la vecindad de Villa Trina, municipio montañés de la Provincia Espaillat, encimada en el paraje de Maguey, circundada de hermosas arboledas y ensueños. Por el carácter de los debates y la calidad de los participantes, siempre hacemos los encuentros en lugares apartados, en el medio de las montañas, donde nuestros únicos compañeros son el canto silencioso de los bosques y el entretenimiento pacifico de las aves.

El director de la Academia Dominicana de la Lengua y fundador y líder del Interiorismo, don Bruno Rosario Candelier, nos convocó para el sábado 20 a las 4 de la tarde y estuvimos debatiendo hasta el domingo a las 2 de la tarde. Aislado, como estábamos, no supe sino hasta el lunes a las 10 de la mañana, cuando leí el periódico, que mi viejo compañero, maestro y amigo, Manuel Odalix Roa Mejía, un militante peledeísta nacido en el 1948, había fallecido.

El periódico decía que en la mañana lo tendrían en la Casa Nacional del PLD, que luego lo llevarían al Centro de Información Gubernamental, del cual era subdirector, y de ahí al cementerio Cristo Redentor. Salí para la Morada Boschista, pero llegué tarde y lo mismo me ocurrió cuando intenté alcanzarlo en el CIG; en el momento en que arribaba, me alcanzó el dirigente peledeísta hatomayorense, Reinaldo Nova, y me saludó diciéndome “profesor, ya se lo llevaron”. Acordé con Reinaldo que lo seguiría y pudimos alcanzar a Odalix, para juntos llegar al Cristo Redentor.

Cuando se estaba discutiendo en el Senado el enjuiciamiento de los antiguos jueces de la Cámara de Cuentas, me encontré con Odalix y al saludarme me dijo: “Solano, tu ves por qué es que no hay que cansarse espiritualmente; si tú hubiese parado de decir que los actos de corrupción se discuten en las cámaras, pues es allí donde se toman los correctivos, que la corrupción se combate con institucionalidad, no con persecución policial, hoy eso no estuviese ocurriendo. ¡Eres de los pocos vivos que ven realizar un sueño!”.

Su halago me llenó de bien, sobre todo porque Odalix y yo nos pasamos tres años viéndonos la cara día a día, ambos trabajábamos en el Partido Vanguardia del Pueblo, lo hicimos en los años 80, en los tiempos en que el periódico hizo historia, en los tiempos en que los miércoles, día en que salía la publicación, era un toque de queda nacional, en los tiempos en que la voz moral estremecía cada rincón del país.

La última vez que vi a Odalix se discutía en el Senado la terna que el Ejecutivo envió para nombrar los nuevos jueces de la Cámara de Cuentas. Al saludarlo, me detuve un momento y le dije: el Senado cumplió muy bien la primera parte, es decir, enjuició a los corruptos, pero se niega a cumplir la segunda parte que consiste en elaborar una nueva ley que rija esa institución, porque la corrupción allí no es sólo humana, sino también estructural.

“Sí”, me dijo, “te vi en el programa Punto A Punto con Rafael Méndez y Ramón García. Es así como tú lo explica, esa institución no necesita más que un director y dos subdirectores. Y cuando veo el listado de las ternas sometidas, solamente cuando leo sus nombres, se me para el corazón”.

“Compañero, le afirmé, compre pastillas muy buenas, siempre llévelas con usted, porque lo que esa gente va a hacer, podrá pararle, en cualquier momento y para siempre, su corazón”. Omar Liriano, su jefe, decía en la palabras que pronunció en el cementerio que él nunca había escuchado a alguien decirle algo malo sobre Odalix, y yo le creo, le creo porque Odalix tenía una capacidad enorme para tragar en seco, sufría lo que sufre su pueblo, lloraba lo que llora su partido; y todo ese dolor lo soportaba en silencio, en el fondo de su corazón. Aprendió a guardar el dolor y con su pluma, sólo hacer uso de la esperanza, de la esperanza de que la República Dominicana se institucionalice como lo quiso Juan Bosch.

Pero, el pasado viernes salió a flote lo que yo temía y lo que Odalix pudo ver y no soportar: los jueces de la Cámara de Cuentas, con la Trujillista como líder, se repartieron el presupuesto de la institución. Como regalo navideño, se llevaron cada uno, de acuerdo con los datos que dio a conocer Víctor Casanova, más de 845 mil pesos. Sus ojos pudieron verlo, su cerebro pudo procesar la información, pero su corazón, esa burbuja de amor que Odalix tenía dentro, ya no pudo soportarlo, ya para su latir el silencio no era una posibilidad. Al verlo en el Cristo Redentor entendí porque yo sigo vivo, sigo vivo porque no me callo, sigo vivo porque comparto con las calles mi dolor.

¿Qué fuerza tan diabólica hizo posible que el Senado de la República aprobara unos jueces cuyos expedientes decían que iban allí a llevar el mal? Los que estudian el perverso mundo de la política afirman que los elegidos fueron llevados allí para que cumplieran tres objetivos:

1- Asegurarle impunidad a la cúpula del PLD.

2- Permitir con su silencio el total saqueo de los fondos públicos.

3- Elaborar informes con los cuales la cúpula del PLD controle, a través del chantaje, los demás estamentos del aparato político; un aparato político que ha creado la más podrida Suprema corte de Justicia, una Suprema Corte capaz de decir que los ciudadanos no tienen derecho, capaz de negarle la calidad a los ciudadanos.

Si así lo hacen podrán hacer con el presupuesto de la Cámara lo que le venga en ganas; y empezaron con buen pie, tan bueno que dejaron a la Cámara sin rollos. “¡Son tiempos digitales!”, diria un juez.

Nuestros honorables senadores quieren ocultar su responsabilidad diciendo la gran mentira de que “ellos aprobaron un terna enviada por el Ejecutivo”. Todo el mundo sabe que de los tres poderes del Estado, el más perverso y proclive al robo, al crimen y a la búsqueda de impunidad es el Ejecutivo. Por esa razón se crearon las cámaras para que sirvan de “checks and Balance”, es decir, de control y balance. Y basado en ese principio pudieron haberle dicho: Señor presidente, esta gente no califica. Las cámaras existen para que creen “a government of laws, and not of men”, esto es, existen para que creen “un gobierno de ley y no de hombres”. Y basados en ese principio pudieron haberle dicho: Señor presidente, la Cámara de Cuentas no puede seguir funcionando como está, allí no hacen falta jueces porque ese no es un tribunal, es una institución fiscalizadora y por tanto solo requiere de un director y dos subdirectores, sólo requiere.

de profesionales de la fiscalización, no de agentes del mercado polítiquero comprado como cerdos. Y nuestros senadores no pueden decir que ignoran esos principios, lo único que justifica su conducta es que ellos también piensen en ser beneficiados con el saqueo de los recursos del Estado. “Roba y tráeme”, “coge lo tuyo y cállate”.

Odalix me tenía tanto afecto, que a su hija, su única hija, Arlen Roa, la convirtió en una apasionada lectora de mis obras; y donde me encontraba siempre me lo confirmaba: “¡Mi hija siempre te lee”. Y Arlen nunca se fue de un acto en el que puse en circulación un libro sin que se lo dedicara, siempre llegaba donde mí abrazada a su padre.

En el templo de la partida, la memoria vocal del PLD, Héctor Olivo, anunció el programa fúnebre y los llantos de su eterna amada, Doña Olga Dilenia Sánchez de Roa, se iban a la tumba junto a las melodías que entonaba Claudio Cohen, junto al poema de Luis Simó, junto a los abrazos consoladores de Luis de León, junto a las tragadas lágrimas de Daniel Beltre…

Radhamés Segura dio la señal, cuando el féretro tocó suelo, la tierra hecha cuerpo quedaba sepultada, el espíritu santo hecho Odalix volaba hacia lo inmenso. Eran la una de la tarde, al derramarle una flor le dije adiós, el sol estaba fuera, pero la luna fue la única luz que vi.

En la lápida que colocaron en el tumba de Odalix Roa se dice: “Un militante como lo ideó Juan Bosch”. Miré en el entorno y no vi a un senador, no vi a los que nombraron la Cámara de Cuentas. Ya lo he afirmado en otras circunstancias: los seres humanos tenemos capacidad para engañar a otros pero no podemos engañarnos a nosotros mismo. Odalix se fue a la tumba sin la presencia de un solo senador, una clara señal de que todos conocen, en su conciencia, la causa de su muerte. Odalix se fue a la tumba sin la presencia de la cúpula del PLD y estos también saben por qué no fueron al cementerio, al último adiós. No fueron porque la forma como viven no le permite despedir a “Un militante como lo ideó Juan Bosch”.

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