Dicen viejos adagios que como se concluye un año se vaticina el otro. La protesta de un grupo de estudiantes de diferentes universidades del país en contra del indulto en beneficio de la ex banquera Vivian Lubrano de Castillo y la decisión de la Suprema con relación al caso Sun Land, constituyen apenas un muestreo aleatorio de lo que abate a la conciencia nacional.
En verdad, la masa estudiantil dominicana ha ocupado siempre sitios en la vanguardia de las luchas llevadas a cabo en el país contra las injusticias, atropellos y actos de corrupción que corrompen la dignidad ciudadana.
Alguien ha dicho que “si dejamos de soñar, morimos”. El futuro de la nación no puede seguirse forjando entre hechos que avergüenzan a dominicanos y dominicanas y vetan sus más íntimos deseos de prosperidad y futuro.
Duele muy hondo que mientras se habla con optimismo de un desarrollo económico en el país, miles de hogares engrosan la penosa cifra de 963 millones de personas que sufren hambre en el mundo, según el "Informe sobre el estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2008" de la FAO, y en las calles de la República Dominicana, niñas, niños y adolescentes reproducen con inequívoca certeza la realidad de una educación deplorable o ausente.
No se equivocan las voces de los estudiantes cuando declaran inadmisibles los recursos de inconstitucionalidad incoados contra el acuerdo de préstamo por US130 millones, firmado entre el gobierno y la empresa Sun Land.
Tampoco están errados cuando enarbolan el lema: "de negro contra la impunidad" que, como dijo el joven Amauris Florenzan, de la UASD, se extiende hasta la serie de “diabluras que se vienen dando en el país”.
La protesta, más que un síntoma, es certeza de las difíciles circunstancias en que despiden 2008, dominicanas y dominicanos.
