Luego de que la prensa nacional en el país se hiciera eco de la entrada ilegal de aproximadamente 800 haitianos, las autoridades correspondientes lograron repatriarlos.
Es evidente que tras el paso del tiempo el problema de la inmigración masiva por parte de los haitianos se agudiza cada vez más.
Es cierto que los haitianos son seres humanos y que todos conocemos la declaración Universal de los Derechos Humanos; sin embargo, eso no significa que no se respeten los límites fronterizos y peor aún, con la complicidad de ciertos sectores.
El problema fronterizo no sólo se enmarca como lo han querido vislumbrar a una simple situación de discriminación racial, sino que la misma es un empuje a ciertos flagelos del país como lo constituyen el tráfico de drogas a través de la frontera, la entrada de algunas enfermedades, así como el amplío contrabando de todo tipo de mercancías y armas de fuego, situaciones que afectan la seguridad física de la nación dominicana, al igual que su economía.
Lo que hizo el padre Regino Martínez, al darle albergue a estos indocumentados en un templo católico en Dajabón, deja claro que la complicidad en el paso ilegal de nacionales haitianos no sólo se limita a los grupos que tanto se mencionan, sino hasta de ciertos sectores que se han proclamado durante décadas como defensores inalienables se la sociedad dominicana.
La acción de este sacerdote, aunque él alegue y le ponga el nombre de acto de humanidad, hay que aclarar que fue una acción injustificable, debido a que un acto de humanidad no significa que se violen las leyes establecidas de una nación y sobre todo este país que le costó tanto sacrificio a los padres de la patria en especial a Juan Pablo Duarte.
Este hecho se dio a conocer por la gran cifra de indocumentados haitianos, pero es prudente preguntarse cuántos más han penetrado al país de la misma manera y cuántos seguirán perneando los límites fronterizos.
No cabe duda que la mano de obra haitiana es mucho más barata que la dominicana, razón que lleva a muchos empresarios dominicanos a utilizarlos en diferentes actividades laborales y no sólo es la mano de obra barata, sino que las exigencias en todo el sentido de la palabra son menores por dos razones: tanto por su condición de indocumentados, como por ciertos factores culturales propios de una raza tan prolífera como la constituyen los haitianos.