Washington.- El presidente electo de EE.UU., Barack Obama, aprovechó hoy su reunión con el gobernante mexicano, Felipe Calderón, para prometer "una nueva página" en las relaciones entre su país y América Latina durante su mandato.
En la cita, la primera entre Obama y un mandatario extranjero tras la victoria del presidente electo en las votaciones de noviembre, Calderón indicó que ha pedido una alianza estratégica para tratar sobre los asuntos de preocupación mutua.
Obama, que habló de pie junto a Calderón en uno de los salones del Instituto Cultural Mexicano en Washington, sonrió al prometer que pese a las "tensiones en los últimos años" en las relaciones de EE.UU. con América Latina, en las que no ahondó, su mandato abrirá "una nueva página, un nuevo capítulo" con la región.
Su predecesor, George W. Bush, llegó a la Casa Blanca con la promesa de que daría un impulso a las relaciones con Latinoamérica, pero durante sus ocho años de mandato la región se ha sentido dejada de lado, y se han deteriorado las relaciones con regímenes populistas como Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Con respecto a México, el presidente electo insistió en que el país vecino es "un aliado firme" con el que EE.UU. mantiene una "alianza fuerte", pero que durante su mandato puede ser "aún más fuerte".
Entre otros aspectos, Obama citó la colaboración en materia de energía y medio ambiente.
Su Gobierno, aseguró, estará "preparado desde el primer día" tras asumir el poder el próximo día 20 para mantener una "fuerte relación" con México.
En su conversación, de casi dos horas y que comenzó con un almuerzo a base de sopa de tortillas, lenguado y filete con salsa de cilantro, los dos mandatarios abordaron "de manera general" cuestiones como el comercio, la inmigración o la violencia procedente del narcotráfico que afecta a México.
Obama alabó el "extraordinario valor" del mandatario mexicano en la lucha contra el narcotráfico, mientras que Calderón sostuvo que la conversación de hoy representa "el principio de una extraordinaria época de cooperación y de relación" en los lazos entre EE.UU. y México.
Calderón indicó que ha pedido a Obama una alianza estratégica entre ambos gobiernos para afrontar problemas comunes, de manera principal la seguridad y la lucha contra el crimen organizado.
"Mientras más seguro esté México, más seguro estará EE.UU.", prometió el mandatario mexicano, que calificó el encuentro de hoy como "muy productivo y constructivo".
Ambos líderes, que continuaron su diálogo tras el almuerzo por espacio de media hora a solas en uno de los salones del Instituto, mostraron gran cordialidad en su comparecencia ante la prensa y se estrecharon las manos hasta en tres ocasiones.
Cumplían con este encuentro la tradición de que el presidente electo estadounidense se reúna con el jefe de Estado del vecino del sur antes de su toma de posesión.
En sus declaraciones a la prensa, ninguno de los dos aludió al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que durante la etapa de primarias en la campaña electoral Obama indicó que podría buscar la renegociación para que incluyera medidas más estrictas para la protección laboral y medioambiental.
En una entrevista concedida al programa de televisión "This Week", de la cadena ABC, el presidente electo indicó que el estado actual de la economía le iba a obligar a echarse atrás en algunas de sus promesas electorales, lo que podría incluir sus comentarios sobre el NAFTA.
En noviembre, durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Lima, Calderón advirtió a Obama contra cualquier intento de renegociar el NAFTA, con el argumento de que posiciones más proteccionistas sólo servirían para aumentar la inmigración ilegal hacia EE.UU.
México es el tercer mayor socio comercial de EE.UU., con el que mantiene un intercambio en torno a los 347.000 millones de dólares al año.
Tras su reunión con Obama, el mandatario mexicano se desplazó hoy al Congreso para dialogar con los líderes de las dos cámaras, Harry Reid y Nancy Pelosi.
El mandatario mexicano concluirá mañana su visita a Washington con una reunión en la Casa Blanca con el presidente saliente, George W. Bush.