Washington.- El presidente electo de EEUU, Barack Obama, heredará tras su investidura el próximo martes una economía que da calambre y la peor crisis financiera en 80 años fruto de las tropelías de Wall Street y la vista gorda de los reguladores.
Para enmendar el entuerto, Obama ha anunciado que recurrirá a la chequera, aunque ello implique el disparar aun más los ya abultados números rojos del gobierno.
Su plan para sacar al país del pozo pasa por la aprobación de un mega-paquete de estímulo económico que podría costar a las arcas públicas la friolera de 800.000 millones de dólares y situar el déficit este año bien por encima del billón de dólares.
Pero el próximo presidente cree que la destrucción de 2,6 millones de puestos de trabajo en el 2008 -el peor dato desde la II Guerra Mundial- y la recesión económica justifican el dispendio.
Y no sólo eso. El próximo líder del "mundo libre" ha advertido que los déficit de más de un billón de dólares serán la tónica habitual en los años venideros.
Los expertos entrevistados por Efe coincidieron en que dada la gravedad de la situación no hay muchas más opciones que la de incrementar el gasto aunque eso acarree también sus riesgos.
"No hay otra solución. La economía necesita volver a crecer y el impulso no va a venir ni de los hogares, ni de los negocios ni del resto del mundo", dijo Joel Naroff, presidente de la consultora Naroff Economic Advisors.
Para Naroff, los objetivos del plan que busca aprobar Obama, que prevé grandes inversiones en infraestructuras y energías renovables, son los correctos.
"La idea central es invertir en proyectos que continúen impulsando la economía a largo plazo y permitir que esta se adentre de lleno en el siglo XXI", indicó Naroff.
Peter Morici, profesor de Economía de la Universidad de Maryland, alertó de todos modos del peligro de un déficit cada vez mayor.
"Tenemos que reducir el desequilibrio de nuestra balanza comercial con China y nuestra dependencia del petróleo, la otra gran partida del déficit comercial", dijo Morici.
"Si no lo hacemos necesitaremos estímulos cada vez mayores y seguir pidiendo dinero prestado a países con superávit hasta que llegue un día en el que China pueda comprar nuestro país", añadió.
La crisis económica es sólo la mitad del problema. La otra mitad es la crisis financiera, culpable, de hecho, de la actual hecatombe y que representa, en opinión de los autores Michael Lewis y David Einhorn, el fin del mundo financiero tal y como lo conocíamos.
"El resto del mundo nos ha mirado con desconfianza y sospecha en otros temas, pero cuando se trataba del dinero hasta nuestros más profundos críticos han tendido a pensar que sabíamos lo que hacíamos", afirmaron los dos expertos económicos en un artículo de opinión publicado este mes en el diario "The New York Times".
Lewis y Einhorn recordaron que durante años los banqueros estadounidenses sirvieron de ejemplo y universitarios de todo el planeta soñaban con conseguir un trabajo en Wall Street.
Para los autores, ese es el motivo de que el colapso del sistema financiero estadounidense haya provocado no sólo una crisis nacional sino una crisis global de confianza.
"¡Dios santo! parece estar diciendo el resto mundo. Si ellos no saben lo que están haciendo con el dinero, ¿entonces quién lo sabe?", concluyeron los autores para quienes es imprescindible una profunda revisión del "modus operandi" de Wall Street.
Obama ha prometido una gran reforma reguladora que permita restaurar la confianza.
A parte de eso, los expertos consideran que el próximo gobernante también necesita seguir respaldando las medidas para estabilizar el sistema financiero y lograr que el crédito vuelva a fluir de forma normal en la economía.
"La historia demuestra de forma concluyente que las economías modernas no pueden crecer si sus sistemas financieros no operan de forma eficiente", advirtió esta semana en Londres el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. EFE