Más que la investidura de un nuevo presidente de los Estados Unidos de América, la llegada de Barack Obama al poder corona días de expectativas y ajetreos de todo tipo, que simbolizan el nacimiento de una nueva era.
Su recorrido fue aplaudido por miles de testigos presenciales y quienes no estuvieron físicamente, también siguieron cada paso desde sus hogares, en cualquier rincón del mundo, por el advenimiento de un mandato que presupone deseos y las necesidades de un mundo más unido en muchos caminos, tal y como se expuso en la bienvenida ofrecida al nuevo presidente por 400.000 personas congregadas en el Linconl Memorial, en un concierto nombrado simbólicamente: "We are one" ("Somos uno").
Gran tarea lleva sobre sus hombros el mandatario que ocupa el puesto número 44 en la presidencia de la gigantesca nación, cuando las realidades exigen nuevas alternativas de la política norteamericana y figuras como las de Abraham Lincoln, Martin Luther King, junto a esa memoria histórica que abrazan las multitudes de todas las razas, clases sociales y diferentes generaciones, semejan interrogantes en su camino hacia la marmórea casa blanca.
Obama ha llamado a mantener "la perseverancia y el idealismo" de los Padres Fundadores y habló de "una nueva declaración de independencia, no sólo de nuestra nación, sino de nuestras vidas".
El histórico recorrido en tren desde Filadelfia hasta Washington concluye y el nuevo mandato se inicia, cuando para nadie es un secreto que las magias sólo existen en los circos y en otros escenarios, que el nuevo presidente hereda un cúmulo de erróneas decisiones, cuyas consecuencias sufren hoy, no sólo el pueblo norteamericano, sino muchas naciones del mundo.
La seguridad nacional y la economía son cuestiones de gran peso que deberá enfrentar el mandatario en su nuevo Gobierno. Pero, en los momentos en los cuales el mundo se despide de Bush, y recibe a Barack Obama, hay que recordar que un solo ser humano no transforma las realidades, sobre todo cuando estas se han agudizado en expresiones de crisis global. Habrá que sumar esfuerzos, dejar atrás individualidades y ambiciones propias para que el mundo pueda marchar diferente en la “Era de Obama”.
