Washington (EFE).- Barack Obama da hoy el discurso más importante de su vida, uno que podría perdurar en el tiempo, como ocurrió con las palabras pronunciadas por Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt o John F. Kennedy durante sus investiduras.
"No debemos de ser enemigos", dijo Lincoln durante su primera toma de posesión en 1861 a una nación que se adentraba en el abismo de la Guerra Civil, una situación trágica ante la que solicitó la ayuda de "los mejores ángeles de nuestra naturaleza".
Puede que Obama, que profesa admiración por el 16 presidente de Estados Unidos, haya buscado inspiración en esos y otros pasajes históricos durante los últimos meses mientras preparaba con su equipo el discurso de hoy.
El primer presidente negro del país ha reconocido sentir predilección por el discurso pronunciado en 1961 por Kennedy (JFK), que ha calificado de "extraordinario", así como por el segundo discurso de investidura de Lincoln.
"Sin maldad hacia nadie y caridad por todos (…) Luchemos para acabar la tarea en la que nos encontramos y curar las heridas de la nación", dijo Lincoln en su segunda toma de posesión en 1865, al final de la Guerra Civil, un mensaje de unidad que hoy adorna el monumento en su honor en Washington y con el que Obama simpatiza.
Al igual que Lincoln en su día, Obama ha tratado de describir en su alocución de hoy el momento histórico en el que se encuentra en estos momentos el país.
Su objetivo durante las largas horas de trabajo en los borradores del discurso ha sido, según la portavoz de la oficina de transición Jen Psaki, el describir el espíritu que se requiere para que los estadounidenses salgan de esta crisis más fuertes y más unidos.
El historiador Donald Kennon recordó la semana pasada en un encuentro con la prensa extranjera en Washington que la mayoría de discursos de investidura caen en el olvido y que los más memorables se produjeron generalmente en tiempos de crisis.
Fue en una de esas encrucijadas históricas en las que el carismático y joven John F. Kennedy invitó a sus compatriotas a ser ciudadanos activos.
"Pregunta no lo que tu país puede hacer por tí, si no lo que tú puedes hacer por tu país", dijo en un frío y soleado 20 de enero hace ahora 48 años JFK, cuya victoria supuso, al igual que la de Obama ahora, un cambio generacional.
"Se ha entregado la antorcha a una nueva generación de estadounidenses", dijo Kennedy entonces.
Durante su intervención también pidió a la comunidad internacional que uniera esfuerzos contra lo que describió como los "enemigos comunes de la humanidad: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra".
Según los historiadores, los mensajes de Lincoln y JFK han mantenido la relevancia porque giraron en torno a algunos de los valores que definen la identidad estadounidense, como el deseo de unidad, la defensa de la libertad y la fe en las posibilidades del espíritu humano.
Otra de las investiduras que ha sobrevivido el paso del tiempo es la de Roosevelt, quien asumió el poder en medio de una profunda crisis económica, que guarda ciertas similitudes con la actual.
En medio de esa situación, Roosevelt trató de infundir esperanzas a los estadounidenses al señalar que lo único que tenían que temer era al miedo en sí.
Y en 1937, tras su reelección, mencionó, en una frase que bien podría aplicarse a la situación actual, que "siempre hemos sabido que el irresponsable interés propio es malo desde el punto moral y ahora sabemos que es también malo para la economía".
Ronald Reagan, que asumió la presidencia en 1981 justo después de que acabase la crisis de los rehenes de Irán y con la economía de capa caída difundió un mensaje de optimismo, al rechazar la idea del "declive inevitable" e instar al país a "comenzar una era de renovación nacional".
Además apuntó hacia un cambio filosófico al decir que "el Gobierno no es la solución a nuestros problemas, el Gobierno es el problema", una frase que inauguró una etapa de neoliberalismo económico que toca ahora a su fin.
Puede que las palabras que hoy lance al aire Obama, famoso por sus dotes como orador, sigan revoloteando como las de sus predecesores durante décadas o incluso siglos.