WASHINGTON.- El presidente Barack Obama ha prometido cooperar con los dos partidos en el Congreso a fin de cerrar la prisión militar en Bahía de Guantánamo y establecer un nuevo sistema destinado a procesar a presuntos terroristas, una tarea repleta de problemas.
Si Obama no cumple con su labor de manera correcta, los republicanos podrían anotarse algunos puntos en materia política.
Existe también la posibilidad de que el presidente tenga una confrontación con su ex rival, el senador John McCain, un ex prisionero de guerra que antes de postularse como candidato presidencial arriesgó su carrera al proponer una reforma de las normas destinadas a procesar a sospechosos de terrorismo.
"Anhelamos trabajar con el presidente y su gobierno en estos tópicos, pero se debe tomar en cuenta que la prioridad del gobierno de Estados Unidos es garantizar la seguridad del pueblo estadounidense", dijo McCain, Republicano por Arizona, en un comunicado conjunto con el senador Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur.
En su primera semana en el cargo, Obama ordenó el cierre de la prisión de Guantánamo en el lapso de un año, la clausura de las prisiones secretas de la CIA y el fin de los interrogatorios "enérgicos", como la práctica del "waterboarding", que consiste en simular ahogamiento, considerada una forma de tortura por organizaciones de defensa de los derechos humanos, así como una violación de la Convención de Ginebra.
Hasta ahora, el equipo de Obama ha indicado que se desea involucrar a legisladores en el tema, incluidos republicanos, pero una vez comiencen a discutirse los detalles, habrá amplio espacio para la disputa.
Entre aquellas cosas que aún se desconocen figuran cuántos de los 245 detenidos en Guantánamo serán procesados en tribunales civiles en suelo norteamericano.
Funcionarios del gobierno dijeron que podrían usarse tribunales federales y militares, pero añadieron que también queda la opción de tribunales militares secretos, como los establecidos durante el gobierno de George W. Bush con la ayuda de McCain.
La otra opción de Obama es tratar de aprobar una ley sobre el tópico, pero eso expone al gobierno a una lucha enconada con los republicanos en torno a cómo lidiar con los sospechosos de terrorismo que se presume son más peligrosos.