El domingo 25-1- 09 a las ocho y media de la mañana recibí una llamada telefónica del periodista José Diego Pérez.
Este fue el conversatorio.
-Buenos días Santana, te estoy llamando porque en este momento estoy preso en el destacamento de la Policía Turística de la calle El Conde, POLITUR-.
-Qué pasó Diego, ¿por qué te tienen detenido?
– Bueno, Santana, cuando me proponía a instalar el taller artesanal que desde más de dos años funciona en la acera del antiguo Palacio Municipal, en El Conde, esquina Arzobispo Meriño, varios agentes de la Policía Municipal procedieron a desalojarme y llevarme preso.
Le respondí a Diego que se mantuviera en calma, que aunque me preparaba para cumplir mi labor profesional en el programa radial Panorama Clubìstico que se transmite cada domingo de diez a once de la mañana por La Voz del Trópico y Hablando Claro, de once a una de la tarde por Romántica FM, que comparto en la producción con el doctor Rafael Antún, José Alberto Matías, desde Miami, Salomón Sanz hijo –Júnior Sanz- en la República Dominicana , enviaría al colega Wilson Suazo, de la Coordinadora Periodística Unitaria –CPU-, a prestarle asistencia, mientras realizaba diligencias para que lo soltaran.
Inmediatamente, me presenté en la oficina central de POLITUR. Para suerte de Diego y mía, salía en ese momento un oficial de un trato afable que se me identifico como asistente del jefe de esa institución.
Le expuse el problema, en el sentido de que tenían preso al colega José Diez Pérez, que era una persona enferma de diabetes e hipertensión. El oficial me escuchó, su comunicó con sus superiores y me informó que procedería a llamar para que lo dejaran en libertad.
Este oficial procedió en función de las órdenes impartidas. Agradecí su gestión y le envié un saludo afectuoso al jefe de POLITUR.
Confieso que esto me causó mucha indignación y procedí a informar a la Coordinadora Periodística Unitaria lo sucedido y acordamos darle respaldo a Diego.
En efecto, se llamaron a los periodistas, lográndose reunir a las cuatro de la tarde a más de diez, que acompañaban a Pérez para que pudiera trabajar ganándose un dinerito que ayudara a costear sus enfermedades.
Pasaron varias horas, y nuevamente se presentaron los policías municipales para sacarlo de lugar. A una sola voz nos opusimos reclamando el derecho que tiene el comunicador a trabajar, ocupar un espacio, vender y difundir el arte artesanal que fabrica: carteras, correas y pulseras de piel hechos a mano en la República Dominicana. Logramos que no lo quitaran porque nuestra decisión era que si nuevamente se lo llevaban preso, todos los presentes iban presos con él.
Roberto Salcedo en la zona colonial está muy activo, haciéndole con su policía municipal la vida imposible a Diego, mientras los turistas son asaltados en las cuatro esquinas de parque Colón, cerca de la catedral, de la casa del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, donde operan grupos que ofertan jóvenes, algunas de ellas menores, en el comercio de la prostitución y de homosexuales. Allí hostigan, chantajeando a las tiendas y venden de todo incluyendo drogas algunos de ellos. Esto en nada preocupa a Salcedo ni mucho menos que los sanitarios del parqueo municipal de la calle Padre Billini, esquina Arzobispo Meriño, se encuentren llenos de heces fecales, con gusanos y que la plaza Bartolomé Colón sea una ruina llena de basura, ratones, cucarachas y en la noche sirva de guarida para parrandas sexuales justamente frente a la iglesia de Los Dominicos y el parque Juan Pablo Duarte. Son de las cosas que deberían llamar la atención de Salcedo, no José Diego Pérez que con su arte, su barba y la sonrisa a flor de labios trabaja en busca de un dinerito, porque a pesar de tener alrededor de 40 años en el ejercicio del periodismo en Puerto Plata y la capital, no se le tomó en cuenta para las pensiones de 25 mil pesos, que Mercedes Castillo, desde la presidencia del Colegio Dominicano de Periodistas, otorgó grado a grado de una manera personal, discriminatoria y abusiva.
Tanto Salcedo como Castillo tienen algo en común: el hostigamiento y el menosprecio a José Diego Pérez.
Todo parece indicar que Roberto Salcedo desconoce que el artesano no es un buhonero, y que en todas las partes del mundo la artesanía es un atractivo para el turismo. Por eso en España, como lo expresara un turista que presenció este atropello, los artesanos son protegidos por las alcaldías y los gobiernos.
Confiamos que Roberto, el hombre de los parques chanquillas, deje en paz a José Diego Pérez, que no lo moleste más, y que su llamada Policía Municipal la utilice para lo que fue creada: cuidar los parques, los monumentos, impedir la suciedad, y ser vigilantes reportando a los que tienen la autoridad de ley en la Policía Nacional y POLITUR, los delitos que se cometen en las zonas municipales. Estos mal llamados policías municipales no están para maltratar a los ciudadanos ni mucho menos apresar a nadie sin una orden de la autoridad judicial competente.
La detención de José Diego Pérez, fue ilegal y un abuso.
Roberto, que se ocupe de los suyos, y si no arregló los sanitarios del parque municipal, que lo haga y limpie la plaza Bartolomé Colón.
Vamos a seguir este caso de José Diego Pérez.
¿Oíste Roberto?…