El 9 de febrero del 1966, miles de estudiantes de las escuelas, los liceos y la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD- marcharon frente al Palacio Nacional.
Los estudiantes, en su mayoría en edades entre 10 y 16 años, demandaban se le reconozca a la UASD un mayor presupuesto y la salida de las tropas de intervención de la llamada Fuerza Interamericana de Paz –FIP- creada por la Organización de Estados Americanos –OEA-, para legalizar la invasión de armada de los Estados Unidos, para impedir el retorno del profesor Juan Bosch y el restablecimiento de la Constitución de 1963.
Las armas que llevaban los escolares eran lápices, cuadernos, mascotas y bolígrafos. Cuando la masa estudiantil se encontraba de una manera pacífica lanzando consignas en respaldo al Movimiento Renovador Universitario y la salida de los invasores de los Estados Unidos, Brasil, Honduras, Paraguay y otras naciones, que respaldaban la acción militar participando en la FIP, fueron salvajemente ametrallados.
Todo se inicia cuando Romeo Llinas, que se encontraba en la escalinata del Palacio Nacional, baja para informar el desarrollo de los acontecimientos.
Quién escribe, que era el secretario general del Distrito Nacional de la Unión de Estudiantes Revolucionarios –UER-, una coalición de jóvenes pertenecientes a los partidos Movimiento Popular Dominicano –MPD-, Partido Socialista –PSP- y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, se dirigía a los estudiantes, y una vez llegó Llinas a una pared que servía como tribuna, en la casa que en la actualidad ocupara la Oficina Supervisora de Obras del Estado, procedí a presentarlo y subirlo a la pared ayudado por varios dirigentes.
En ese momento, un policía trata de golpear con la culata a Llinas y un estudiante le lanza un frío frío color rojo, suena un primer disparo, otro más y un ametrallamiento a mansalva.
Se escuchan gritos desesperados de las muchachas y varones, mientras los que habían participado en los comandos constitucionalistas por la experiencia militar voceaban ¡todo el mundo al suelo, todo el mundo a suelo, nadie se pare! Esto ayudó en parte a la orientación en un momento de desesperación generalizada.
El tableteo de las ametralladoras desde dentro del Palacio Nacional, la calle doctor Báez, esquina Moisés García y otras vías eran cerradas.
¡No disparen, no disparen¡
Colocado en la puerta del Palacio Nacional de la calle doctor Báez, un oficial de la Policía en alta voz voceaba cese el fuego, cese el fuego, no disparen, no disparen. Este oficial impotente porque su orden no era captada volvió a repetir no disparen, no disparen coño y tiro su arma larga en el pavimento.
Un breve cese
Los cañones calientes de las armas largas y cortas se silenciaron por un breve momento, que algunos estudiantes sin experiencia aprovecharon para levantarse y fueron sorprendidos por el segundo ametrallamiento.
Los resultados no se hicieron esperar muriendo en el acto Antonio Santos Méndez, estudiante de término de Química de la UASD, de 22 años de edad, el estudiante Miguel Tolentino y Luis Mella, este último de 18 años de edad.
El profesor Jacobo Moquete de la Rosa, en un interesante recuento que se puso a circular para el 40 aniversario de la masacre del 9 de febrero del 1996, con el auspicio de la UASD recogiendo los datos que aparecen en la edición del periódico El Caribe del 10 de febrero de ese año, resalta los nombres de los heridos más graves que eran Amelia Ricart Calventi, Brunilda Amaral, Antonio Pérez –Tono-, José Ramón Casimiro Casimir, Freddy Antonio Cruz, Patricio Concepción, Griselda Zorrilla, Miguel Núñez, Juan Castro, José Maria de la Cruz y Víctor Ramírez.
Los lesionados Jaime Tomás estrella, Ciprian de Jesús Báez, Modesto Guzmán Castro, José Javier Solís, Vinicio García, José Zabala, William Pérez, Ernesto Canario, y Evita Germán.
Los muertos, heridos y lesionados fueron llevados al hospital Padre Billini, desde donde partieron estudiantes a sus barrios a iniciar protestas callejeras.
Tanto Brunilda Amaral como Antonio Pérez, quedaron con lesiones permanentes teniendo que cambiar sus pies por sillas de ruedas. Son un testimonio viviente de este vil asesinato masivo. Otra víctima fue Altagracia Amelia Ricart Calventi, que murió en un hospital de Texas de las heridas recibidas.
Queman vivo policía
Con la indignación y la pasión desbordada por los acontecimientos entre las calles Padre Billini, Santomé, Espaillat y Sánchez, desconocidos sorprendieron a un policía golpeándolo indiscriminadamente y les prendieron fuego vivo. La acción, horrorosa por cierto buscaba enviar un mensaje de la respuesta que estaba en marcha.
Los grupos estudiantiles
Las organizaciones estudiantiles Fragua, Bloque Revolucionario Cristiano –BRUC-, Unión de Estudiantes Revolucionarios –UER-, Juventud Revolucionaria Cristiana –JRC-, Juventud Revolucionaria Dominicana y la Federación de Estudiantes Dominicanos –FED-, se internaron en sus barrios.
Hubo un torbellino de movilización combinada con acciones militares espectaculares de acciones conjuntas de los partidos de izquierda, militares constitucionalistas, combatientes de la guerra de abril y gente del pueblo.
Varios vehículos de la FIP, en particular norteamericanos y de Brasil que tuvieron una participación muy activa en el ametrallamiento del Palacio Nacional fueron atacados en horas de la noche, cayendo en algunas gradas y la fusilería de los comandos que se activaron.
Fue la primera huelga política y militar luego de haberse firmado el pacto entre las fuerzas constitucionalistas, los mandos militares de San Isidro y la OEA que permitió la instalación del gobierno provisional de Héctor García Godoy.
Intervención de Claricio
El representante del Papa en el país, monseñor Claricio, que tuvo una participación en la solución del conflicto de abril, inició una nueva negociación, esta vez no con Francisco Alberto Caamaño Deñó, sino que los líderes estudiantiles que estaban en los callejones, la azoteas y otros en horas de la noche combatiendo con el respaldo entusiasta de los veteranos de la guerra de abril, donde nuevamente los hombres ranas del coronel Marina de Guerra Monte Arache, estaban en primera fila. Era como si se hubiese reiniciado de la guerra de abril.
García Godoy tuvo que hablar
El doctor Héctor García Godoy, presidente provisional que en la mañana del 9 de febrero del 1966 no recibió la amplia comisión estudiantil integrada por Amín Abel Hasbún, Secretario General de la FED, Romeo Llinas Jimmy sierra, Barón Fajardo, Sosa Valentín, Diomedes Mercedes –El Campesino-, Juan Vargas –Juan B-, Jorge Mora, Pedro Díaz, Otto Pichirilo, y Jacobo Valdez, entre otros, dejando su representación en el Secretario de la Presidencia doctor Jaime Manuel Fernández, no tuvo otra alternativa que con el auspicio del monseñor Claricio y otras personalidades tuteladas por la OEA que recibir una comisión mixta de líderes estudiantiles, los sindicatos, la UASD y los partidos donde anunció una investigación para castigar a los responsables de la matanza.
También García Godoy se comprometió a reconocer el Movimiento Renovador, aumentar el presupuesto y gestionar con la OEA la salida de las tropas de las escuelas y los liceos.
Alto mando en Palacio
El alto mando mililitar del gobierno provisional de García Godoy estuvo presente en el Palacio Nacional, el día del ametrallamiento.
Los mayores generales Pinpo de los Santos, jefe titular de la Fuerza Aérea Dominicana, Martínez Arana, jefe del Ejército Nacional y Rivera Caminero, jefe de la Marina de Guerra, estaban aguardando en la casa de gobierno.
Su presencia, sin la participación de Elías Wessin y Wessin, verdadero jefe militar y líder de las tropas que enfrentaron a los constitucionalistas auspiciando la intervención de los Estados Unidos, fue notoria.
Querían derrocar a Godoy
Un testimonio confiado a un familiar de un alto militar con mando en 1966, resalta que el ametrallamiento del Palacio Nacional era parte de una conspiración para derrocar a García Godoy, desconocer el acuerdo e instalar una junta militar que aniquilara el Movimiento Revolucionario encarnado en la guerra de abril.
-Eso fue planificado, se buscaba un acontecimiento que provocara el caos y lograr que una junta militar se hiciera cargo de la situación post guerra., confió la fuente. El Comité Permanente maneja esta información que trabaja para determinar las telas arañas de esta trama.
Partiendo de que el 9 de febrero del 1966, es un hecho sangriento e histórico que marcó el inicio de reforma educacional y la diversificación de la enseñanza abriendo las puertas de la UASD a los pobres, que cada año para que no se repita los ex dirigentes estudiantiles se reúnen frente al Palacio Nacional, donde depositan una ofrenda y luego llega hasta la tumba de Amelia Ricart Calventi, en el cementerio de la avenida Independencia.
Lo que se hará
Este 9 de Febrero a partir de las 9:00 de la mañana habrá encuentros y ofrendas florales frente al Palacio Nacional con la participación de los estudiantes de la escuela Amelia Ricart Calventi. Luego de concluida esta ceremonia los presentes realizarán un recorrido hasta llegar a la tumba de Ricart Calventi.
En la tarde, gran actividad artística y cultural en el Liceo Amelia Ricart Calventi. El Comité Permanente participará con delegaciones en los programas de la UASD y el liceo.
Lucha contra la corrupción y el narcotráfico
Este año la celebración del ametrallamiento frente al Palacio Nacional, está dedicado a la lucha contra la corrupción privada, pública y el narcotráfico. La proclama será leída en el acto frente al Palacio Nacional y en la tumba de Ricart Calventi.