Los dominicanos son catalogados como informales e irrespetuosos de la puntualidad. Una reunión pactada a la 1:00 de la tarde puede comenzar a la 1.30 de la tarde; 1.45 de la tarde o 2.00 de la tarde. Y aquel que llega a la hora establecida está “fuera de tiempo”. Parece indicar que no se le da valor al transcurso del tiempo y esa actitud es también frecuente en otros países o regiones con temperaturas cálidas permanentes.
Son esos lugares donde la diferencia en las temperaturas y la duración de la luz solar no cambian dramáticamente durante el año, lo que caracteriza a los países ubicados en la franja del ecuador.
En contraste, los países o regiones que se encuentran en las latitudes más extremas, donde las cuatro estaciones del año son marcadamente diferentes, y particularmente aquellos donde las temperaturas en invierno descienden a niveles muy bajos; donde la lluvia se convierte en nieve; donde se extiende la noche y se reduce la duración del día, la población aprecia mucho más el valor del tiempo.
Las costumbres de la gente cambian con cada estación, desde su comportamiento social hasta la forma de vestir, obligada por el cambio en el medio ambiente. En invierno las personas se deprimen por la falta de sol. En esos lugares es mucho más palpable la renovación continua de la naturaleza y el ser humano se ve obligado adaptarse.
Se paraliza o limita grandemente la producción agrícola en invierno, y aunque pueda existir abundancia en verano, el éxito de las cosechas depende grandemente de cuan benigno o inclemente fue el invierno anterior.
Esos cambios extremos obligan a la gente a planificar y por lo tanto a ser disciplinada para subsistir. Desde muy temprana edad, las personas están conscientes de esa necesidad. Reconocen que lo que no se haga este verano o el deporte invernal que no se practique este invierno, tendrá que esperar al próximo año. De ahí surge la expresión de “el tiempo es oro”.
Y para nosotros, los dichosos que disfrutan de un clima soleado y cálido todo el año; los que vivimos de día a día sabiendo que el clima no nos impide hacer mañana lo que dejamos de hacer hoy, el tiempo es casi insignificante. Lo único que nos puede impedir hacer algo en el futuro es circunstancial, un impedimento físico ya sea por enfermedad o accidente y en caso extremo, la muerte.
Tenemos la dicha que llueve copiosamente y al poco tiempo sale el sol “Caribe” y horas después parece que no ha caído una gota de agua. Los cambios climáticos son momentáneos y como resultado la tierra es rica y con mínima atención y cuidado produce en abundancia durante todo el año, permitiendo que la gente cubra sus necesidades básicas con relativa facilidad, sin la necesidad de mucha planificación. Los Tainos eran muy felices con pocos esfuerzos.
El clima no es el causante de las dificultades que ocasionan tensiones en nuestro país, excepto por el daño que causen las tormentas tropicales, que de hecho son esporádicas. Por lo tanto, la planificación y disciplina no las impone el clima, lo obliga los factores sociales. Por ello esas necesidades no son “naturales” para nosotros y debemos hacer mayores esfuerzos para aplicar esos conceptos que los que despliegan los habitantes de Norte América y Europa. Tal vez por eso ellos no entienden y critican nuestro “laisser-faire”, pero admiran a la vez nuestra alegría; nuestra música; nuestras costumbres sencillas; nuestra espontaneidad; nuestra improvisación y por eso vienen a visitarnos en números cada vez elevados y muchos repetidas veces, para disfrutar de nuestra falta de respeto y valor al tiempo!!!!