Sídney (Australia).- El hallazgo de cadáveres entre los restos de coches y casas calcinadas elevó hoy a 96 los muertos en los incendios que han destruido más de 700 viviendas y miles de hectáreas de bosques en los sureños estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, en la peor ola de fuego de la historia de Australia.
El recuento policial de víctimas, todas ocurridas en Victoria, ha ido en aumento en un goteo incesante a lo largo del fin de semana, a medida que los equipos de rescate han logrado acceder a los lugares quemados por las llamas.
Entrada la noche, 30 incendios proseguían su avance en Victoria, siete de ellos sin control y dos cerca de zonas pobladas, mientras que en Nueva Gales del Sur los bomberos y voluntarios combaten 53 frentes, de ellos nueve incontrolados, pero ninguno próximo a zonas habitadas.
"El infierno con toda su furia ha visitado a las buenas personas de Victoria en las últimas 24 horas. Es una tragedia para la nación", dijo el primer ministro australiano, Kevin Rudd, quien visitó la zona a primera hora de la mañana y anunció un fondo de 10 millones de dólares australianos para los afectados (seis millones de dólares).
La capacidad destructora de los incendios fue algo nunca visto en una región acostumbrada a lidiar con los incendios forestales durante el verano.
Evitar la llegada de las llamas a las zonas pobladas fue misión imposible para los miles de bomberos y voluntarios desplegados en todo el estado debido al fuerte viento, las altas temperaturas y la inmensidad del terreno afectado por los incendios.
Así, el fuego convirtió en cenizas las poblaciones de Marysville, unos 100 kilómetros al nordeste de Melbourne; y Kinglake, unos 70 kilómetros al oeste de la anterior; mientras que se registraron víctimas mortales en 18 municipios distintos, desde Bendigo, 158 kilómetros al noroeste de Melbourne, hasta la región de Gippsland, 160 kilómetros al sureste de la capital del Estado.
Los afectados compararon la magnitud del desastre con la hasta ahora mayor oleada de incendios vivida en el país, el "Miércoles de Ceniza" de 1983, que dejó 50 muertos en Victoria y otros 28 en Australia del sur.
"Yo viví el Miércoles de Ceniza y creo que esto es posiblemente peor. Todos nuestros conocidos lo han perdido todo y no ha quedado nada en el pueblo", explicó Raylene Knicaide, residente de la localidad de Narbethong, al noreste de Melbourne.
"El pueblo parecerá Hiroshima, parecerá como (si hubiera caído) una bomba nuclear. Hay animales muertos por toda la carretera", dijo Chris Harvey, un vecino de Kinglake que perdió su casa.
Bomberos y voluntarios de los estados vecinos se han unido a los equipos que luchan contra el fuego en Victoria, donde el calor ha bajado considerablemente.
Aun así, el primer ministro del Estado, John Brumby, que también se ha personado en varios de los lugares afectados, avisó de que la situación no es segura y pidió prudencia a los habitantes de la zona.
"Un número importante de incendios muy graves arde fuera de control. Tomará varios días hacerse con la situación", dijo Brumby, quien teme que el número de víctimas aumente debido al alto número de heridos graves hospitalizados.
El Hospital Alfred de Melbourne ingresó a 18 personas con quemaduras de diversa consideración y ocho permanecen internadas en la unidad de cuidados intensivos.
Brumby añadió que las condiciones climáticas del sábado fueron las peores de la historia de Australia y acordó con Rudd el envío de efectivos del Ejército para ayudar en las tareas de rescate.
"Van a proporcionar colaboración y logística. Contribuirán con carburante, apoyo logístico, maquinaria pesada, algo de personal y la asistencia en el control de las situaciones muy difíciles", detalló Brumby.
Más de 220.000 hectáreas de bosques han sido destruidas en Victoria y otras 6.500 hectáreas en Nueva Gales del Sur, en este Estado sin poner en peligro viviendas ni vidas humanas.
Además del fondo del Gobierno, cuatro bancos comerciales del país se comprometieron a entregar a los afectados 3 millones de dólares australianos (2 millones de dólares) y centenares de personas anónimas realizaron donaciones privadas a un fondo habilitado para tal efecto. EFE