Que el país no cuente con un censo de población y viviendas fidedigno y actual, que convenza con datos estadísticos acerca de la situación demográfica y otros detalles sociales, es una verdad que pesa y limita.
Y para quienes hayan tenido que recurrir en los últimos tiempos a las Oficialías del Estado Civil, sabrán que semeja una carrera de resistencia y grandes obstáculos.
El presidente de la Cámara Administrativa de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario, se refirió al reto de dotar de actas de Nacimiento y Cédulas de Identidad a más de 400 mil dominicanos que carecen de documentación y habló de expandir el servicio de las Oficialías del Estado Civil, convertidas en oficinas de Servicios Múltiples, a todo lo largo y ancho del territorio nacional.
Claro que Rosario no sólo podrá ceñirse a 108 municipios pendientes, de los 155 existentes, sino a muchos más, comenzando por la capital dominicana, donde las oficialías adolecen de espacios y otras posibilidades básicas para la correcta atención al público.
Si se quiere contar con un censo informatizado en los órganos policiales y militares, que posibilite un control exacto de los datos biométricos de cada ciudadano (a) y tener a toda la población correctamente documentada, hay que comenzar por las localidades que prestan estos servicios.
Positiva la idea de trabajar con la Secretaría de Estado de Salud Pública y Asistencia Social y el Consejo Ejecutivo para la Reforma del Sector Salud, en el convenio que permitirá instalar Delegaciones de Oficialías del Estado Civil en los hospitales públicos para facilitar así los trámites del reciñen nacido y de su madre. Lástima que se haya esperado tantos años para tomar decisiones que son básicas e impostergables.
Tal y como afirmó el enviado especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Octavio Bordón” si en el país no se supera la debilidad que existe en el Registro Civil, no se podrá hablar de eliminar la pobreza, ni de inclusión social, ya que la identidad es uno de los derechos fundamentales de los seres humanos”.
Las incompletas estadísticas ensombrecen diferentes regiones de la República Dominicana. Se impone una disciplina social que, gubernamentalmente, debe estar apoyada de manera integral por los mecanismos institucionales; de lo contrario, ciudadanos del futuro se cuestionarán por qué no gozaron “como Dios manda” de ese derecho de registro que equivale o legaliza su derecho de nacer.
