Redacción Internacional.- Es un tema recurrente en las conversaciones, pero pocos hombres consiguen hablar con naturalidad de sus limitaciones, problemas y dudas sobre el sexo, un tabú que comienza a romperse y que ocupa el documental de Chris Waitt "La historia completa de mis fracasos sexuales".
La osadía de este joven británico, que tras un periodo de disfunción eréctil inició una investigación para saber cuán malo era su rendimiento sexual, ha pasado con éxito por numerosos festivales, demostrando lo sorprendente de un hombre reconociendo sus limitaciones en la cama.
"Casi todas mis relaciones con mujeres han acabado de manera humillante, con reproches y con sensación de arrepentimiento, amargura, vergüenza y fracaso. Pienso que si soy capaz de encontrar las razones por las que siempre me dejan podré evolucionar", explica el director de la cinta, que se estrena este fin de semana en España.
Según Adrian Sapetti, director del centro de sexología y psiquiatría Sexo Vida, en Buenos Aires, "los hombres hablan más en forma narrativa del sexo. No hablan de sus problemas, de sus limitaciones. A veces lo pasan mal en una experiencia sexual, pero eso nunca lo comparten".
Existe una gran paradoja entre la gran importancia que el hombre da al sexo y la posición poco práctica a la hora de definir, reconocer y comunicar las problemáticas al respecto cuando, según los datos de la farmacéutica Pfizer, la mitad los varones entre 40 y 70 años sufre disfunción eréctil.
"Yo la llamo la consulta vergonzante", dice el doctor Adrián Sapetti en una entrevista con Efe. "Hay una consulta manifiesta y otra latente. Tiene algo para contar y, luego, más tarde, hablan de algo más vergonzante todavía".
La liberación del sexo, aunque ha disuelto la culpa en muchos casos, ha abierto también la compuerta de los complejos.
"Las mujeres han evolucionado mucho también sexualmente. Antes uno era la medida de todas las cosas. Ahora se enfrentan a mujeres con más experiencia que ellos y les intimida la idea de que piensen que ellos son peores".
Casi siempre, los problemas son psicológicos, algo que parece no sentar bien a sus sufrientes. "Llegan diciendo que ojalá sea algo orgánico. Cuando realmente es al revés, lo emocional es más fácil de resolver" y, desde luego, más habitual.
Según el Instituto de Fertilidad y Ginecología Bernabeu de Alicante (España), la crisis económica, por ejemplo, ha aumentado la disfunciones eréctiles en los españoles.
El sistema de supuestos superhombres en la cama empezó a dejarse en evidencia con la pastilla azul, la Viagra, que fue, según Sapetti, "toda una revolución".
"Empezaron a llegar al consultorio amigos y parientes que semana atrás me decían que eran amantes estupendos", explica.
Afortunadamente, "en los jóvenes revierte. Ya no tienen tanto problema, entran de otra manera, desenfadados. Una consulta más habitual".
El segundo factor clave que impulsa al hombre a tomar las riendas de su perfeccionamiento sexual es internet. "Es una manera lógica de investigar sin tener que preguntar a nadie".
"El hombre debe reflexionar sobre su propia sexualidad, sobre sus limitaciones y sus tabúes. Que lea, que se informe. Hay un problema con lo que la gente cree que es el sexo y lo que luego se encuentran en su realidad", sintetiza.
De momento, son raras veces las que el hombre confiesa sus fisuras en la cama: "Sólo si un amigo le dio lugar por un fracaso personal a que cuente su propio fracaso. Ahí a veces sí hablan", explica Sapetti.
También la orientación sexual marca distancias. Los homosexuales "según como se mire, padecen más. Hay una deificación mayor del pene grande. No es lo mismo el sexo con una mujer que fue castrada en sus genitales, por así decirlo, que con alguien que lo tiene más grande que él", matiza el doctor.
Por contra, un hombre homosexual observa en su vida sexual un número mayor de penes en erección y se da cuenta de cuál es el verdadero tamaño medio del miembro viril.
El varón heterosexual "sólo los ve (los penes) en películas porno. Funcionan toda la noche, nunca se bajan, acaban de una manera espléndida y, en consecuencia, sus genitales les parecen una miseria", lo que clínicamente se llama "dismorfofobia".
Sapetti concluye que el hombre debe asumir que en el sexo, hay que asumir el fallo. "Un varón que no ha tenido ningún problema eréctil es el que debe ir a un psiquiatra, porque es eso lo que no es normal".
Y advierte también a las mujeres de que, si bien "aceptan un poco mejor el no tener deseo como una cosa más habitual en su vida y se muestran menos avergonzadas", deben reivindicar la poca notoriedad de la disfunción sexual femenina, caracterizada sobre todo por problemas de lubricación y la falta de deseo. EFE