La independencia tiene muchos rostros. Aún de aquellos de quienes nunca se habla, mujeres y hombres que permanecen en el altar anónimo de la patria, y cuyo tributo es más que obligado, sobre todo cuando recordamos esa frase lapidaria: “lo que fue está en lo que es”, y comprendemos que sin ellos y ellas no estaríamos celebrando hoy el día de la Independencia Nacional.
Aquel 27 de febrero de 1844, hace 165 años, adquirió significado supremo para la nación dominicana el concepto de independencia, que ya venía fraguándose desde antes, cuando muchos de sus mejores hijos consagraron sus vidas a las luchas por la libertad definitiva.
Entonces, pudo hablarse de identidad nacional, en sustitución de las imposiciones de los poderes foráneos y se abrió un camino de redención e independencia verdadera. Hubo, al fin, un Día oficial de la Bandera Nacional, grabada en insustituibles colores y nombres como los de Matías Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez y Juan Pablo Duarte.
Antes, ese 16 de Julio de 1838, la casa de doña Josefa Pérez tuvo luz especial y el juramento se hizo eco en las voces de los 9 miembros fundadores, divididos en tres grupos de la Sociedad Secreta, identificados con los nombre de trinitarios, representados con un pabellón tricolor, en cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca.
Juan Pablo Duarte encabezó el juramento: “(…) “Implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana”.
Dos años más tarde, en 1840, la fundación de la Sociedad la Filantrópica llamó a propagar las ideas nacionalistas. Luego se llamó la Dramática. Pero, el lema fue uno: Paz, Unión y Amistad. Los trinitarios devinieron actores que escenificaron la lucha de un pueblo por liberarse del gobierno opresor.
Una independencia es verdadera y fuerte cuando se basa en la transparencia que rigen los actos de su administración estatal, instituciones, organizaciones y quienes deben convencer con certeza y seguridad legal en cada una de sus actuaciones públicas.
“Sin independencia no somos nada”, aseguran los textos, y al cumplirse 165 años del 27 de febrero de 1844, sería válido preguntarnos cuán independientes somos y cómo cada quién interpreta la libertad e independencia que nos otorgaron aquellos grandes de la historia dominicana.