El normal desenvolvimiento de las actividades docentes en el Liceo Las Américas, del sector Manoguayabo, en Santo Domingo Oeste, es afectado por una sobrepoblación de estudiantes por aulas que viene desde casi 10 años atrás. Cada sesión está integrada por un promedio de 83 escolares.
La situación impide que el personal docente desarrolle sus planes formativos como establecen las normas académicas vigentes. Los exámenes y prácticas, incluso, se están impartiendo cada 60 días, y esas calificaciones valen para dos meses.
El centro educativo cuenta con 12 aulas y una población estudiantil estimada en 2,500 alumnos, divididos en las tandas mañana, tarde y noche. Los horarios matutino y vespertino asimilan 1,000 jóvenes cada una, y la tanda nocturna tiene registrado 500 muchachos.
Según datos suministrados por profesores entrevistados, cada salón es integrado por un promedio de 83 estudiantes, superando en más de un 50% la cantidad que debe admitirse para poder brindar una educación de calidad.
La profesora Martha Irene Abreu advirtió que la excesiva cantidad de estudiantes por aula, dificulta el normal aprendizaje, y con el hacinamiento no hay modo de aprender.
“Tenemos que hacer malabares para cumplir con la misión de educar. La sobrepoblación de estudiantes que tenemos imposibilita la concentración a estudiantes y maestros. La situación es tal, que terminamos el año escolar sin conocer la totalidad de los alumnos”, dijo Abreu.
El Liceo Las Américas es el centro educativo de mayor importancia del sector Manoguayabo, en donde, además, son admitidos jóvenes de barrios aledaños, donde los planteles también desbordan su capacidad o simplemente no cuentan con instalaciones de enseñanza del nivel secundario.
La sobrepoblación de estudiantes data de al menos 10 años y desde entonces, según el personal docente deben hacer malabares para poder cumplir con el calendario escolar y ofrecer una educación apropiada.
Las aulas lucen atestadas de butacas y muchos estudiantes deben sentarse en el piso, incluso, por la falta de espacio y mobiliarios, se observa que hasta tres personas ocupan una mesa de trabajo.
También por la falta de espacio se habilitó una sesión de 35 estudiantes en uno de los pasillos.
Mientras profesores, alumnos y autoridades docentes esperan con ansiedad el día que la Secretaría de Educación concluya la construcción de 18 aulas que levanta en el lugar, con lo que confían se normalice la docencia.
Las profesoras Martha Irene Abreu, María de los Ángeles Arias y Zorayda Benítez, aspiran a que con la incorporación de las nuevas sesiones el liceo se convierta en un centro educativo por excelencia.
De acuerdo con el profesor Santo Guillen, la construcción de las nuevas aulas fue iniciada hace ocho años, siendo presidente Hipólito Mejía y aún no la concluyen.
Igualmente, en el centro educativo funciona una escuela de Formación Técnica que es avalada por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP).
Un estudio reciente arrojó que el 20 por ciento de las aulas del nivel básico se encuentran en total hacinamiento en el país, pues son salones construidos para 35 alumnos y en ellos reciben instrucción hasta tres grupos de 50 alumnos de manera simultánea.
Las escuelas trabajan en tres turnos diarios, por lo que sus instalaciones tienen un uso intenso, lo cual ha acelerado el deterioro de los inmuebles, sin que exista el presupuesto público para un mantenimiento adecuado y las ampliaciones necesarias.
Un altísimo porcentaje de esas escuelas son lastimadas por el problema de los “apagones” de todos los días, en los que los planteles del turno nocturno trabajan con veladoras y los matutinos se ven imposibilitados de hacer uso de los medios modernos de aprendizaje, relacionados con el consumo de energía eléctrica para su operación.
En el nivel preescolar la cobertura es mínima, sobre todo en las áreas rurales, lo que propicia que esos niños no atendidos en esta etapa educativa inicien en la primaria con desventaja escolar frente a otros que recibieron la atención desde el nivel inicial.
Está comprobado que esta brecha en la atención escolar entre quienes sí reciben la atención preprimaria y los que no, en el caso de estos últimos tendrán serias repercusiones negativas en el rendimiento escolar en los siguientes niveles.