¿Quién no conoce desde la infancia las maldiciones de la madrastra de Blanca Nieves o de la maléfica de La Bella Durmiente? Las imágenes y relaciones entre mujeres ¿cuántas veces han estado matizadas por semejantes acciones negativas que identificaban a estas hechiceras?
Vale recordar que las brujas fueron declaradas culpables durante siglos de las catástrofes naturales, pactos con el diablo sellados con relaciones sexuales, maleficios poderosos y curaciones malsanas.
La historia relata la cacería de brujas, verdadera masacre de mujeres, la más grande de la historia, agudizada al finalizar la Edad Media, por la cual, la alta jerarquía católica pidió perdón sólo hace algunos años.
Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en la cifra, cálculos actuales basados en archivos de diversos países de Europa elevan a más de sesenta mil, las mujeres aniquiladas. Un feminicidio alentado por el desprecio y temor hacia la mujer.
"Fue de una brutalidad excepcional … señala Margaret L. King en el ensayo Las mujeres renacentistas (Alianza, Madrid), “Decenas de miles de perseguidas, supliciadas, asadas vivas, información documentada y detallada de la condición de monjas encerradas en pésimas condiciones, niñas abandonadas, muchachas humildes vejadas. Entre estas mujeres que estaban también las comadronas, las mujeres sabias, herboristas, sanadoras que ayudaban a parturientas y a enfermos, cuyo poder era envidiado por los médicos”.
Y más adelante calificó: “El fuego que consumió a las brujas de Europa resultó tan brillante que iluminó crudamente la condición de las mujeres desde el Renacimiento”,- y digo yo-, hasta nuestros días donde el prejuicio se oculta en las costumbres de nuestros pueblos.
Con estos elementos, resulta difícil que una mujer todavía hoy, acepte tener esa identificación femenina, cuando se declara independiente y promotora de cambios sociales en sus acciones cotidianas para evitar “el qué dirán”.
Como consecuencia es más frecuente de lo creíble, que no todas las mujeres expresen pensamiento femenino como una manera de analizar su vida. Asumir esta diferencia en el imaginario social no estigmatiza a la mujer en sus acciones públicas, sino que le permite adelantar un paso ideológico con perspectiva de género.
Por supuesto, no puedo perder la ocasión de argumentar con nuevos elementos emanados de la praxis de la Programación Neurolingüística (PNL), para analizar y enriquecer la información histórica acerca de las pobres brujas quemadas. Entonces se transforma el conocimiento para enfrentar la realidad.
Con estos nuevos elementos se puede de manera consciente, atreverse a realizar arriesgadas acciones públicas y privadas, donde esté identificada la presencia de la mujer.
La PNL como disciplina en continuo desarrollo, dinámica y diversa multiplica las actividades humanas con ideas, conductas y valores, para cambiar las acciones. Con esas herramientas nos enriquecemos para cambiar la forma de pensar y actuar.
Los prejuicios que todavía insisten en limitar la presencia de las féminas en la vida pública, desaparecerán cuando cada mujer asuma su diferencia y fundamente su actuación, con un decidido pensamiento femenino, sin miedo a ser considerada una bruja del siglo XXI.