“Sí hubiésemos tenido esto años atrás, mi hijo José Francisco no se me hubiera muerto”, y la mano rígida de Plácido Paula Martínez, hoy presidente de la Junta de Vecinos de Salamanca, señala el sitio donde trabaja un grupo de esta comunidad, para construir el dispensario médico con el cual esperan contar en mayo próximo.
José Francisco era el segundo de los seis hijos de Paula Martínez y fue tanta la fiebre que le produjo el Sarampión, que según las frases del padre: “era como si un horno lo quemara, un fuego que empezó a devorarlo…y cuando pudimos sacarlo para llevarlo a un hospital, ya no había tiempo…”.
La historia del pequeño se suma a los cientos de casos de personas que no han sobrevivido a infartos y otras dolencias que pudieron ser tratadas a tiempo. En otros casos, decenas de alumbramientos han ocurrido en el propio camión en que son trasladadas las parturientas, después de horas de búsqueda de algún medio de transporte, para andar como mínimo 7 o 9 kilómetros y llegar al hospital más cercano, por ejemplo, el de los Alcarrizos, sin olvidar el alto precio que deben pagar.
Se funden los ánimos
La comunidad de Salamanca se ubica en el municipio Pedro Brand, con moradores muy humildes, amables y llenos de fe en que algún día sus vidas cambiarán. Para el presidente del Club Rotario Bella Vista, José María Fernández, esta obra se integra a un grupo de compromisos sociales:
“Esta es una comunidad extremadamente pobre, con tantas carencias, que nosotros decidimos apadrinarles para que cuenten con nuestro apoyo y que ellos puedan, con sus propios esfuerzos, salir adelante.
“Comenzamos con la escuela; pero, el Gobierno determinó que se ocuparía de ella y por eso dirigimos nuestros recursos a la salud, por las imperiosas necesidades que existen en este sentido. Es por eso que estamos haciendo todo lo posible porque se construya el dispensario médico odontológico, con la ayuda de varias instituciones, comenzando por nuestro propio Club, fundaciones, empresarios, amigos del Club, e individualmente, cada quien ha contribuido con cuanto ha podido.
“También participamos en comidas con la comunidad en días específicos. Facilitamos los alimentos, que son cocinados con leña en la tierra por los vecinos. Ese día entregamos juguetes y realizamos actividades conjuntas”.
La obra anda por los cimientos y ya los ánimos se funden en un esperanzador destino. Los también miembros del Club Rotario: el arquitecto Aladino Cabrera, encargado del proyecto, junto al ingeniero agrónomo Rubén Cabrera y Domingo Valenzuela, quien además funge como director de la Escuela Gregorio Pérez, antigua Salamanca, consideran que la comunidad se desarrollará y, sobre todo, coinciden con el criterio de su presidente, José María Fernández, que la mortalidad infantil disminuirá con estos servicios médicos.
Dos de las mujeres que integran el Club Rotario Bella Vista, Martina Portalatín y Liliam Almánzar, revelan a DominicanosHoy su optimismo por los servicios médicos y odontológicos que prestará el dispensario a estas humildes gentes.
Edigarbo García, en su calidad de rotario, prevé lo que debe continuar a esta obra: “Hay que iniciar sin demora la letrinización de la comunidad. Ya está previsto construir 75 letrinas como mínimo y conseguir los filtros para mejorar la calidad del agua potable”.
Los vecinos hablan
Ramona de Jesús, madre de 9 hijos, tiene sus esperanzas puestas en este dispensario, sobre todo si se tienen en cuenta los sacrificios que representan sus más pequeños vástagos y lo que significa para ella llevarlos al médico cuando se les enferman, sin apenas dinero, ni las más esenciales condiciones para la existencia.
Otros vecinos del lugar son Juan De la Cruz Martínez y su esposa Virgilia Castillo, quienes llevan muchas décadas de sus vidas en Salamanca, una buena parte criando la decena de hijos que han sacado adelante. “Los esfuerzos de la comunidad no se detendrán hasta que la obra se haya hecho en un ciento por ciento. Lo que haya que hacer, se hará”, asegura De la Cruz, quien no olvida cómo falleció su madre porque, “cuando logramos llegar al hospital, la remitieron a otro y en el camino se quedó mi vieja…”
Como “grandioso”, califican las personas que habitan Salamanca la edificación de este dispensario médico. La escuela, con una sola aula y precarias condiciones de infraestructura, espera por las manos del Gobierno. Para Roselís, Miosotis y Melisa, las tres hijas más pequeñas de Ramona de Jesús, este debe ser otro gran paso, en la larga cadena de necesidades de su comunidad.
Al menos, las sonrisas de las pequeñas hablan de expectativas que ni las más difíciles condiciones logran borrar en los rostros infantiles. Ojalá nuevas manos se extiendan junto a iniciativas y proyectos como este que lleva a cabo el Club Rotario Bella Vista en la intrincada Salamanca dominicana.