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Polémica sobre condones marcó primer viaje del Papa a África

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Luanda (EFE).- Benedicto XVI regresa a Roma tras el primer viaje a África de su pontificado, marcado por la polémica generada por sus declaraciones contra el uso del preservativo para luchar contra el sida, la denuncia de la corrupción y la petición de justicia y paz para el continente.

El Pontífice visitó Camerún, donde entregó a las Conferencias Episcopales africanas el "Instrumentum laboris" o documento de trabajo para la preparación del II Sínodo para África, y Angola, donde conmemoró el 500 aniversario de la evangelización de este país.

El viaje pastoral se vio envuelto desde su inicio por la polémica, después de que el Papa dijera a los periodista en el avión que le llevaba desde Roma a Yaundé que el sida "no se combate sólo con dinero, ni con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan el problema".

El sida, según Benedicto XVI, se vence con "una humanización de la sexualidad y nuevas formas de conductas.

Sus palabras, en un continente donde 27 millones de personas están contagiadas por el virus del sida, fueron duramente contestadas desde varios países occidentales, que subrayaron que el preservativo es un elemento fundamental para prevenir la transmisión de la enfermedad.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, reiteró las palabras del Papa, aseguró que la Iglesia no cambiará de postura y agregó que en África el sida no sólo se transmite por vía sexual sino también debido a condiciones higiénicas escasas.

Ya en Camerún denunció que África "está en peligro" debido a personas "inmorales sin escrúpulos que intentan imponer el reino del dinero despreciando a los más indigentes".

A este respecto, el documento preparatorio del Sínodo acusa a las multinacionales de "invadir" gradualmente el continente africano para apropiarse de los recursos naturales con la complicidad de los dirigentes locales, de los que dice obstaculizan la democratización de sus países.

Si en Yaundé su discurso tuvo un acento más religioso, en Luanda fue más social y político y, ante el presidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, dijo que ha llegado el tiempo de la esperanza para África, pero que es necesario acabar con la corrupción y que los países ricos respeten la promesa de destinar el 0,7 por ciento de su PIB para ayuda al desarrollo.

"Vosotros podéis transformar el continente, liberando vuestro pueblo del flagelo de la avidez, de la violencia y del desorden, llevándolo por el camino de una moderna civil democracia", afirmó el Papa.

Esa democracia, precisó, supone el respeto de los derechos humanos, gobiernos transparentes, justicia independiente, libertad de prensa, administración pública honrada y la "firme determinación" de acabar "de una vez por todas" con la corrupción.

En Luanda se refirió a la superstición y la brujería que imperan en muchas zonas de África y pidió a la Iglesia que las combata y ofrezca el Evangelio a esas gentes "desorientadas, que viven en el terror" y que llegan a sacrificar a niños de la calle y a ancianos al considerarlos brujos.

Benedicto XVI volvió a defender la familia y condenar el aborto, del que dijo que es una "ironía" el que se incluya como una acción de "salud materna" y que es "desconcertante la tesis de los que consideran que la supresión de la vida sería una cuestión de salud reproductiva".

En su condena citó el Protocolo de Maputo, documento sobre los derechos de la mujer en África, lo que fue interpretado por algunos medios como un rechazo del aborto terapéutico.

Lombardi subrayó que el Vaticano no condena el aborto terapéutico, siempre que la curación de la madre enferma suponga inevitablemente la muerte del hijo, y que el Papa solo se expresó contra los programas de salud reproductiva que defienden el aborto como medio de control de la natalidad".

El viaje de nuevo se vio sacudido por la muerte de dos muchachas en una avalancha humana cuando pretendían entrar al estadio "Dos Coqueiros" de Luanda a un encuentro de los jóvenes angoleños con el Pontífice.

El Papa se despidió de Luanda con una misa a la que asistieron más de un millón de personas y durante la que exhortó a los africanos a "levantarse", liberarse de todos los males y crear un futuro de reconciliación, justicia y paz.

Su último encuentro fue con las mujeres, ante las que defendió el derecho de la mujer africana a integrarse en la vida pública, "sin que ello suponga que disminuya su insustituible función dentro de la familia.

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