Y mientras el secretario de Interior y Policía, Franklyn Almeyda, habla de “tranquilidad… en 103 barrios, donde está presente el Plan de Seguridad Democrática, pese a los intentos de algunos sectores de crear problemas”; desde que comenzó el actual año se suceden en el país constantes protestas, sobre todo en comunidades y municipios, y especialmente durante este mes que casi concluye, las demandas se han multiplicado a todo lo largo y ancho del territorio nacional.
Además de los gremios de la salud pública y los transportistas, en las últimas semanas han existido protestas en unos 25 municipios del país, debido a las malas condiciones de muchas comunidades, la deplorable situación de sus calles, agua potable, electricidad y otras obras sociales imprescindibles para la vida humana.
Funcionarios del Gobierno y otras figuras políticas consideran que está en peligro la estabilidad nacional y aunque algunos responsabilizan a la oposición y minimizan la situación, en verdad hay un cúmulo de problemas sin resolver, un abanico de promesas sin cumplir y una abismal diferencia, que se intensifica cada día, entre quienes mantienen una vida plena de excesos, con el resto de la población.
Podrá hablarse de una causa u otra y hasta se esgrimirán “decenas de verdades”. Pero, lo que si se acerca al criterio de lo absoluto, es que la inconformidad se ha explayado en múltiples manifestaciones que hacen recordar aquello de: “los de abajo no quieren y los de arriba no pueden”; una especie de “fractura social”, donde, “los de abajo ya no quieren seguir viviendo como antes, y los de arriba no pueden seguir gobernando…”.
Podrán hacerse las más diversas conjeturas, pero la razón popular no engaña a la realidad y algo está ocurriendo cuando tantas y tantas personas han decidido marchar a las calles. Lo inteligente sería “escuchar las señales” y hablar un lenguaje común y de entendimiento; porque, toda esa gente no puede estar equivocada…