Durante la pasada campaña electoral en la que se enfrentaron Leonel Fernández como candidato del PLD y Vargas Mal donado como aspirante del PRD, esta columna explicó, muchas veces, que la candidatura perredeísta entraba dentro de lo que la actual ciencia electoral califica como “buen perdedor”.
Ese personaje, “el buen perdedor”, surge porque las elecciones ahora son costosas, muy costosas, y los partidos son corporaciones cuyas acciones son compradas por inversionistas y accionistas. Los accionistas son aquellos que poseen capitales invertidos y que son partes de los consejos administrativos.
Los inversionistas son aquellos que, en función de la ley de la especulación, invierten en busca de una mayor ganancia. Los accionistas son el liderazgo de los partidos, los inversionistas son la masa votante.
Entonces, cuando las posibilidades de aumentar las ganancias no existen, lo mejor que puede hacer una corporación es elegir como presidente del Consejo
Administrativo, como candidato presidencial, aquel accionista que posee mayores capitales. Así, la corporación enfrenta la falta del oro líquido dejando la nueva inyección en mano del que posee principal sobrante, quien asume el liderazgo con plena conciencia de la realidad. Y quien cree tener el poder, la paz y la ciencia para esperar mejores tiempos.
Como los estudios, casi en el cien por ciento de los casos, pueden leer la intención del electorado, ahora es fácil predecir quien será el ganador en una contienda electoral. Ese conocimiento sirvió de base para que en las corporaciones políticas apareciera lo que se conoce como “el buen perdedor”. Tres objetivos normalizan la labor, la meta que deberá alcanzar ese personaje:
1- Saber que no va a ganar, pero que puede dejar sembrada una ilusión, una esperanza, una posibilidad de que el partido puede regresar al poder, alguna vez.
2- Tener suficientes recursos, y estar dispuesto a gastarlos para solventar la costosa campaña electoral.
3- Mantener cohesionado, unido, a su partido; y lograr que su voto histórico se manifieste el día de las elecciones.
Cuando Vargas Mal donado se lanzó tras la candidatura presidencial del PRD sabía, claramente, que las posibilidades de ganar las venideras elecciones no existían y que el sueño de un milagro no se le vende a un hombre del capital, pero creyó que podía hacer un excelente papel como “buen perdedor”. Y lo hizo.
Pero, Vargas no asumió el papel de líder del verdadero perredeismo, de ese perredeísta que sólo vive y funciona en el mundo de la anarquía; y le dejó ese liderazgo al ex presidente Hipólito Mejía, quien lo encarna de los pies a la cabeza, en su cuerpo y en su alma, en su totalidad; es como ellos, vive como ellos, se comporta como ellos y como ellos, nunca cambiará.
Como el liderazgo perredeísta sabía que no iban a ganar y que Miguel Vargas estaba cumpliendo con su papel de buen perdedor, cada uno empezó a boicotear la agenda del MVP y a desarrollar sus propios planes de futuro. Las dos cabezas más visibles de ese plan fueron el actual presidente, el taliban Ramón Alburquerque y el presente Secretario General, el hijo del peor presidente que haya conocido la República Dominicana.
Cuando esas conductas traperas aparecieron ante la opinión publica, esta columna le advirtió a Miguel Vargas que si él quería sacarle beneficio a su condición de buen perdedor, debía aprovechar la circunstancia de que andaba por los 40 en las preferencias electorales y eliminar de un solo golpe al funesto presidente, a su equipo talibánico y a su escudero el Secretario General, tirarlos por las puertas y las ventanas y asumir en su totalidad el liderazgo perredeísta.
No lo hizo, perdió su mejor oportunidad. No lo hizo porque no es líder del PRD, porque no tiene la personalidad para encarnar la anarquía como forma de vida, porque no tiene los instrumentos síquicos que alimentan al quehacer perredeísta, porque no tiene cómo bregar con la plebe perrdeísta y le tiene miedo y le huye.
Hay que ver como se desfigura su rostro ante la cámara televisiva cuando queriendo negar su condición de gran empresario, de buen comerciante, aparece apoyando movimientos huelgarios: sus palabras son una cosa, sus gestos son otros, sus gestos dicen: “¡ay mis hijos, no vayan a hacer desórdenes, que mi fortuna está en juego! Y la plebe, más sabia que el diablo, lo ve y lo goza.
Ahora la está pagando cara. De 18 miembros que tiene la Comisión Electoral , 13 son sus enemigos natos. Debió de haber asumido la presidencia del partido cuando era candidato presidencial, cuando tenía el 40 por ciento en las preferencias electorales, pero se acobardó y ahora quiere ser presidente del partido para conquistar la candidatura presidencial. Y en ese proyecto invertido, son tantos los enemigos internos que cultiva que ni la yerba mala crece con tanta prisa. Su situación hace posible ningún sensato análisis, nadie con los llamados cinco dedos de frente, le puede pronosticar buenos resultados en el 2012. El PRD está en tan mala condiciones que en la última encuesta realizada por su equipo, alcanzó, en Hato Mayor del Rey, un 15 por ciento, alejado en 36 puntos de una posible victoria, ya parece ser un partido minoritario. Hay un gran consenso en puntualizar de que si MVP resultar airoso en esta batalla interna, guerra en la que ningún viento parece soplar de su lado, su barco quedaría tan deteriorado, que en el 2012 volvería a jugar su papel de buen perdedor.