La actual crisis económica mundial, que comenzó con serios problemas en el sistema financiero y bancario en algunas partes del mundo desarrollado, ahora amenaza con desencadenar una catástrofe de desarrollo humano en los países más pobres del mundo.
En momentos en que los líderes de las naciones más ricas se están dirigiendo a Londres para asistir a la cumbre del G-20 este próximo jueves, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierte que los más vulnerables a la crisis viven fuera de los focos de atención, y que su problema tiene que ser estudiado en la reunión.
“Esta crisis no es sólo de Europa o de América. Es de todos, y los países del G-20 deben reconocer que estamos todos involucrados”, dijo Ad Melkert, Administrador Asociado del PNUD. “Hay que reconocer la calamidad en materia de desarrollo humano que amenaza a las personas de los países más pobres, y comprometer recursos para ayudarlas a recuperarse.”
Los análisis de recesiones pasadas indican que los países más pobres sufren mucho más que sus homólogos más ricos, no sólo en lo que se refiere a pérdidas de empleos y de ingresos, sino también en materia de salud y de educación: los indicadores de Esperanza de vida, de asistencia y finalización escolar bajan.
En los países de ingresos bajos, las mujeres, los niños y los segmentos más pobres de la sociedad son los más susceptibles a las consecuencias de un colapso económico. Los datos obtenidos en enlentecimientos económicos anteriores muestran que incluso entre los niños pobres, las niñas corren más riesgo a que se les quite de la escuela que los niños.
Más pobreza
Al decaer los envíos de dinero, el comercio se colapsa y los precios de los artículos siguen siendo muy volátiles, y cada vez más familias se sumergen en la pobreza extrema.
Un aumento en las tasas de pobreza se traduce casi mecánicamente en una mayor mortalidad. Por ejemplo, una disminución del 3% en el Producto Interno Bruto de los países en desarrollo se asocia con entre 47 y 120 más muertes de niños por cada mil nacimientos.
Ya en algunos de los países en desarrollo, la probabilidad de que un niño pobre muera es casi cuatro veces mayor de la que tiene un niño más rico en el mismo país, y en períodos de crisis económica, el incremento de la mortalidad infantil es cinco veces mayor para las niñas que para los niños.
“Esta crisis es realmente un asunto de vida o muerte para muchos en los países más pobres, y puede llevar muchos años volver al mismo nivel de crecimiento económico, asistencia escolar y tasas de mortalidad”, dijo el Sr. Melkert.
“Mientras que la recuperación económica puede comenzar en 2010, el daño infligido al desarrollo humano puede ser muy serio y la recuperación social puede llevar muchos más años. Sus impactos podrán ser evidentes hasta en 2020, si nos basamos en lo aprendido en crisis anteriores.”
Desempleo juvenil
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, hablará en la cumbre del G-20 especialmente en nombre de los 150 países en desarrollo que no están presentes en esa reunión, para destacar la crisis de desarrollo humano, y alertar de que a menos que se tomen medidas urgentes y decisivas para proteger a los más vulnerables, la crisis económica puede complicarse rápidamente con una inestabilidad política e inseguridad mundial.
Muchos de los desempleados serán jóvenes que viven en países que no tienen redes sociales para protegerlos, y esto es un detonante potencialmente muy peligroso.
Los países en desarrollo no tienen los mismos recursos financieros a su alcance que los países ricos; tampoco tienen dispositivos sólidos de seguridad social como los que existen en el mundo desarrollado. Su capacidad de maniobrar su recuperación de la crisis se está desvaneciendo rápidamente.
El PNUD trabaja actualmente con los gobiernos para monitorear la situación y ayudar a mitigar la crisis, crear medidas de protección social, mantener intactos los servicios de salud y de educación, crear programas de generación de empleo y desarrollar iniciativas de seguridad alimentaria.