Escribo este artículo para decirle a ese patriarcado de mi país, que siempre ha ocupado las posiciones importantes, tanto públicas como privadas, dentro de los partidos políticos y demás escenarios de nuestra sociedad, lo siguiente:
Nunca he declarado la guerra a los hombres; no le declaro guerra a nadie, sólo trato de cambiar la vida que nos ha tocado a las mujeres en una sociedad dominada por hombres.
No soy como me llaman, ni amargada, ni insatisfecha: me gusta el humor, la risa, se también compartir los duelos de las miles de mujeres en nuestra sociedad y el mundo víctimas de violencia; soy feminista, me gusta con locura la libertad.
Soy feminista. Sí, soy feminista porque no quiero morir indignada. Soy feminista y defenderé hasta donde puedo hacerlo a las mujeres, a su derecho a una vida libre de violencias. Soy feminista porque creo que hoy día el feminismo representa uno de los últimos humanismos en esta tierra desolada y porque he apostado a un mundo mixto hecho de hombres y mujeres que no tienen la misma manera de habitar el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él. Soy feminista porque me gusta provocar debates desde donde puedo hacerlo.
Soy feminista para mover ideas y poner a circular conceptos; para reconstruir viejos discursos y narrativas, para desmontar mitos y estereotipos, derrumbar roles prescritos e imaginarios prestados. Soy feminista para defender también a los sujetos inesperados y su reconocimiento como sujetos de derecho, para ancianos y ancianas, para niños y niñas, para campesinos y campesinas para toda esa mujer y hombre de los lugares más lejanos del país.
Soy feminista y escribo para las mujeres que no tienen voces, para todas las mujeres, desde sus incontestables semejanzas y sus evidentes diferencias. Soy feminista porque el feminismo es un movimiento que me permite pensar también en nuestras madres solteras, responsables de entregar hijos de bien a esta sociedad llena de indolencia y de sobradas carencias; a todas las mujeres del mundo maltratadas, víctimas de abusos, y las que han pagado con su vida esta peste mundial llamada misoginia.
Sí, soy feminista para que podamos oír otras voces, para aprender a escribir el guión humano desde la complejidad, la diversidad y la pluralidad. Soy feminista para mover la razón e impedir que se fosilice en un discurso estéril al amor.
Soy feminista para reconciliar razón y emoción y participar con humildad en la construcción de sujetos pensantes… Existen verdades, relatos y contingencias; existen, al lado de la historia oficial tradicionalmente escrita por los hombres, historias no oficiales, historias de las vidas privadas, historias de vida que nos enseñan tanto sobre la otra cara.