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La vergüenza del senador Williams

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El senador por la provincia de San Pedro de Macorís, Alejandro Williams, “se mostró a la defensiva durante la primera entrevista que ofrece luego de ser acusado de intimidar a cuatro periodistas”, según publican los medios de prensa en el país.

Que Williams admita haber contratado a investigadores privados y, encima, advierta a modo de sentencia, o ¿amenaza?, “que sentará un precedente contra quienes se han dedicado a dañar su reputación”, significa, más que una intimidación a las periodistas Margarita Cordero, María Isabel Soldevilla, Norma Sheppeard y Mayra Paz, una provocación irrespetuosa al gremio que representan estas voces de comunicadoras sociales y a toda la sociedad dominicana.

Lo increíble es que alguien que represente al Senado de la nación se comporte de esta manera y asegure cumplir sus funciones como legislador de San Pedro de Macorís, sitio donde moradores de diversos barrios han realizado protestas por la ausencia del servicio energético y otras situaciones adversas existentes en los sectores populares petromacorisanos a quienes representa, y donde el problema del agua potable sigue afectando la salud en los barrios, entre otros males.

¿Conocerá Williams que en los últimos tiempos la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), ha realizado allanamientos y ocupado cocaína y otras sustancias narcóticas en dicho territorio? ¿Estará al tanto de los cientos de quejas que la radio comunitaria recibe acerca de lo que denominan “deplorable y pírrica” cantidad de recursos que recibe el INAPA para enfrentar el problema de la falta de agua, tal y como declaró el periodista Leónidas Enríquez, ante el presidente Fernández en San Pedro de Macorís, durante el “Diálogo Popular” del pasado domingo 29 de marzo?

Tal vez debería el senador no considerarse un experto en el “trabajo que se debe hacer” y “pronto se sabrá toda la verdad sobre el asunto”, sino en apuntalar su verdadero rol como representante de un país que vive momentos muy difíciles y puso sobre sus hombros la seguridad de que no sólo le representaría, sino que estaría hombro con hombro con esa mayoría que confió en su elección.

No es persiguiendo periodistas; ni viniendo de vez en vez al país y mucho menos enviando a personeros a investigar e intimidar su ejercicio que se fortalece la democracia que tanta falta hace.

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