NUEVA YORK.- Liván Hernández tiene un sueño, mucho más importante que ganar el premio Cy Young, la conquista de otro anillo de la Serie Mundial o firmar un contrato millonario.
Hernández sueña con poder regresar a Cuba, de donde escapó hace 14 años para tratar de jugar en las Grandes Ligas. A pesar de los logros personales y los 50 millones de dólares devengados en salarios, el lanzador siente un vacío difícil de llenar.
"Nosotros (los peloteros cubanos) tenemos algo que llevamos por dentro, el sufrimiento de no poder regresar", dijo Hernández el lunes a ESPNdeportes.com.
"Aunque uno haya ganado todo el dinero y haya disfrutado de jugar en el mejor béisbol del mundo, cuando el tiempo te da hay cosas que extraña que no las puede compensar", agregó el pitcher de los Mets de Nueva York.
Pero Hernández no está muy optimista de que el gobierno cubano le permita volver a él o cualquier otro de los desertores del equipo nacional sin enfrentar represalias.
El lanzador recibió con beneplácito la nueva disposición de la Casa Blanca con respecto a Cuba, pero duda que eso mejore la situación particular de los jugadores que dejaron el país para convertirse en profesionales.
El lunes, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, levantó todas las restricciones de viajes y envío de remesas para los cubano-estadounidenses con familia en Cuba.
El presidente encomendó a los secretarios de Estado, Tesoro y Comercio tomar las medidas necesarias para levantar todas las restricciones a individuos para que visiten familiares en Cuba y les envíen remesas.
Además, autorizó que compañías norteamericanas establezcan conexiones de fibra óptica y satelitales con Cuba y negocien con sus homólogas en la isla para ofrecer servicios de telefonía móvil y ampliar la lista de productos humanitarios que puedan ser exportados a la isla.
La apertura de la Casa Blanca beneficiaría a casi dos millones de cubano-americanos y cubanos residentes en Estados Unidos, pero poco probable a los peloteros desertores.
"Le están permitiendo ir a los ciudadanos, pero nosotros los peloteros estamos en otro sistema de la mira (del gobierno cubano). No sé si habrá un cambio, pero si lo hay tiene que salir del gobierno cubano, no de Obama", dijo Hernández.
"Me gustaría un borrón y cuenta nueva, pero el dolor que ellos llevan por nosotros haber desertado del equipo nacional sigue ahí", dijo Hernández. "Me gustaría volver a mi país como lo hacen los dominicanos, los puertorriqueños, los venezolanos, regresar al país y disfrutar con la familia un rato", agregó.
Hernández piensa que el gobierno cubano debería permitir que los peloteros jueguen en ligas internacionales y permitirles regresar sin problemas. Incluso, podrían cobrar impuestos a los salarios que los jugadores devenguen en el exterior y los tendrían a mano para convocarlos a compromisos internacionales.
"Se puede hacer algo para que los muchachos jueguen y regresen a Cuba. Alguna ley, pero que le permitan jugar. Sería buena idea, que lo hagan, ahora mismo no ganan dinero con nosotros", dijo.
"Solamente jugar en Grandes Ligas y poder volver a tú país lo vale. Espero que algún día me dejen regresar. Han muerto muchos de mis familiares y no he podido ir", agregó Hernández.
Hernández, ahora de 34 años, abandonó Cuba en septiembre de 1995 y firmó un contrato millonario con los Marlins de Florida. Dos años más tarde ayudó a que los floridianos ganaran su primera Serie Mundial, resultando el Jugador Más Valioso del evento.
En 14 temporadas con Florida, San Francisco, Montreal, Washington, Arizona, Minnesota, Colorado y Nueva York tiene marca de 148-139 y ha trabajado al menos 200 entradas en nueve temporadas.
Su hermano Orlando Hernández, un agente libre actualmente, también escapó de Cuba, en julio de 1996.
En una hipotética política de "borrón y cuenta nueva" en Cuba para los peloteros que salieron ilegalmente del país, Hernández adoraría volver a vestir la camiseta roja en competencias internacionales.
"Nosotros, los que nos fuimos primeros, [probablemente] no podremos jugar en el equipo, pero la idea de todos nosotros es que nos dejaran jugar nuevamente de Cuba", dijo.
"Si nos dejan, nos gustaría jugar en el Clásico Mundial. Llevar las cuatro letras de Cuba en el pecho, por amor al país", puntualizó Hernández.
Mientras millones de sus compatriotas convertirán en realidad viejas aspiraciones tras la apertura ordenada por Obama, para Hernández y los otros peloteros que escaparon de Cuba, un regreso no parece algo cercano. Al menos no por ahora