¿Sabe usted de alguna otra selva donde en pleno siglo XXI se promueva una sublevación constitucional contra los protocolos de la ciencia?
¿Diecisiete años después de que la Iglesia pidió perdón por su ignominioso comportamiento frente al investigador que demostró que a la teología debería estar en un lugar donde no entorpeciera el método científico, se pueden estar invocando argumentos teológicos para torpedear la ciencia?
¿Se le pueden estar haciendo homenajes a un político que creía tajantemente que la Iglesia no podía estar condicionando las decisiones del Estado, y enviar una propuesta tan absurda como la que impida por razones religiosas que se preserve la vida de una mujer en caso de un embarazo insostenible?
Con excepción de Chile, propuestas como esas nadamás pueden verificarse en los países más atrasados de América Latina, Africa y Asia.
En ninguna nación desarrollada se les colocan trabas al aborto terapéutico en situaciones como estas:
1)-Para salvar a la la madre cuando la continuación del embarazo o del parto significan riesgo para su vida.
2)- Para salvar la salud física o mental de la madre, cuando éstas están amenazadas por el embarazo o el parto.
3)- Para evitar el nacimiento de un niño con una enfermedad congénita o genética grave que es fatal o que le condena a padecimientos o discapacidades graves.
4)- Para reducir el número de fetos en embarazos múltiples hasta el número que haga el riesgo aceptable.
El 62% de la humanidad vive hoy en 55 países donde constituiría una soberana ridiculez que la intervención médica en esas situaciones se anduviera debatiendo, y mucho menos prohibiendo.
Lo que más preocupa hoy a la Organización Mundial de la Salud, que no sólo apoya sino que promueve el aborto terapéutico, no es el aborto, sino los abortos inseguros, que son 19 millones de los 46 millones que se practican en el mundo todos los años.
Se estima que un 22% de los 210 millones de embarazos que se registran anualmente en el globo terráqueo, concluyen en una interrupción por diferentes razones.
El mayor riesgo para la vida lo padecen las mujeres de los países en los que la hipocresía social no ha permitido el establecimiento de reglas claras.
No es ocioso recordar que estamos en el 2009, y que la mayoría de los países desarrollados se desentendieron del chantaje que el moralismo religioso les pretendió imponer en el decenio de los años sesenta del siglo anterior.
El cristianismo que no es otra cosa que una versión aligerada del judaísmo, no puede ser más radical que la religión madre en la que pese a proclamarse la santidad del feto, se admite el aborto bajo determinadas circunstancias; pero tampoco pueden posar de más radicales que los musulmanes, que lo admiten hasta cierto período de gestación.
Lo lamentable es que en la República Dominicana la política no se practica con seriedad, por eso es el único país del mundo en el que un partido supuestamente socialdemócratas es capaz de endosar la prohibición constitucional del aborto terapéutico, todo porque para ese partido es más importante fastidiar al opositor que favorecer al avance de la sociedad.
Es injusto atribuirle la incoherencia que el Partido de la Liberación Dominicana ha mostrado con este y otros temas a sus legisladores, que bien pudieron haber expresado su oposición al desaguisado que le han sometido, si se les hubiese dado la oportunidad de debatir internamente esa reforma. Jamás fueron reunidos para conocerlas antes de que fuera remitida al Congreso, sino que sólo se les citó para trazarles algunas pautas.
Ahora resulta que hasta los remitentes se han percatado de que cometieron un grave error y no saben como desentenderse de la metida de pata.
En los últimos años se han registrado discusiones sobre el aborto en países como Portugal, Colombia y Ciudad México, pero ni por asomo han sido para ver si se permite bajo ciertas condiciones, sino para despenalizarlo en forma total y absoluta. Sencillamente antes de la veinte semanas esa es una decisión muy personal de la mujer, así lo han dejado claramente establecido.
En la República Dominicana se debate eliminar de la propuesta del artículo 30 de la propuesta de reforma, la apelación de que la vida se inicia con la concepción, cosa que no se atreve a plantearla ninguna constitución del mundo porque se trata de un aspecto sumamente subjetivo y controversial, y ana constitución, suficiente compromiso tiene con ser un instrumento de pauta jurídica y no tiene porque pretender dictarle a la ciencia lo que ni la ciencia tiene claro.