No duele más la negativa de Colombina Severino Cedano, directora de educación media del centro educativo “Paulina Jiménez”, en el sector George de La Romana, al referirse a la situación de dicho plantel, en el cual, según informaciones periodísticas, estudiantes llegan drogados y con armas blancas a la escuela.
Según publicó el periódico Hoy este domingo 26, la pedagoga considera que “las declaraciones que ella ofreció fueron distorsionadas”. Añade el medio que “producto de ello, se ha generado una preocupación en toda la comunidad educativa”.
Lamentablemente, para ningún periodista es positivo, ni mucho menos agradable, conocer que un trabajo de este tipo provoque temor por parte de la persona entrevistada, al punto de “reclamar la protección de las autoridades de Educación, la Policía y la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD)”, por sentir “que su vida corre peligro”, tras haber salido a la luz la historia que narra cómo “algunos alumnos llegan dopados y portando armas blancas al plantel y que la seguridad con la que cuentan no es suficiente para la vigilancia en la escuela”.
Y decimos que no duele más la actitud de la profesora Severino Cedano, porque resulta penoso que alguien dedicado al magisterio y preocupada por su labor docente, sea “amenazada”, tan sólo por haber expuesto “supuestamente” su preocupación por algo que mal funcione en ese centro, donde se forman hombres y mujeres del mañana, no lejano.
Lo que más duele es que se sienta ella amenazada y la comunidad educativa esté preocupada por la situación generada.
Si esto es así, el mal es peor, porque estamos ante una cultura de mafias que en las sociedades donde abunda el microtráfico, viven temiendo al “ajuste de cuentas”, porque se hayan expuesto verdades.
No deseamos que le suceda absolutamente nada a esta profesional de la educación y mucho menos a su familia o a alguien de la comunidad cuestionada, pero ya que está el tema sobre el tapete, sería factible que las autoridades de Educación, la Policía y la DNCD investigaran y pusieran orden, porque el río suena cuando algo trae y no es un secreto el gran riesgo que corre la sociedad dominicana con el uso y abuso de estupefacientes, donde menores de hasta 9 y 10 años venden en los alrededores de esta escuela, según testimonios de vecinos.
El problema no está en cómo los medios lo supieron, si no en corroborar la verdad y no sólo proteger a Severino Cedano, sino a los miles de estudiantes de ese centro educativo y al resto de la comunidad, porque “la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades” deben ser resueltas de otra manera, no “llevando a jóvenes y adultos a incursionar en las drogas”.