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El reto de los asambleistas

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La Reforma Constitucional que se discute en el Congreso Nacional, ha puesto nuevamente a prueba la integridad de los legisladores del país, la cual en ocasiones anteriores ha flaqueado ante las tentaciones provenientes del Poder Ejecutivo, interesado en diseñarse un traje a la medida.

Por lo visto, en esta oportunidad la situación que se vislumbra a leguas, sobre el interés que han mostrado los que detentan el poder en pasar el proyecto de Reforma Constitucional que se discute en el Congreso Nacional, no es diferente a la que exhibieron otros sectores políticos en el pasado cuando les tocó gobernar.

Desde ya, hemos escuchado hablar de reuniones entre el primer Ejecutivo de la Nación , con sectores políticos de la oposición en aras de llegar a acuerdos que podrían ir más lejos de la mera aprobación de la Reforma Constitucional y, desde luego, eso podría poner en cuestionamiento los resultados que se obtengan para el nuevo texto de la Carta Magna.

La sensación de inseguridad que ha venido cundiendo entre algunos sectores del país, en torno a esas noticias confirmadas y el conocimiento de algunos artículos que han sido aprobados en la Asamblea Nacional , a pesar de la oposición de la población, han sido de las pocas cositas que han obligado a connotadas personalidades de la República Dominicana a plantear que la Reforma Constitucional que será aprobada por los asambleístas nacionales sea inmediatamente sometida a un referéndum de legitimación nacional.

Esa tesis resultaría altamente saludable y debería ser acogida por el Congreso Nacional, antes de que se concluyan los trabajos de la reforma constitucional, porque eso contribuirá a despejar todas las dudas que la población dominicana se ha tejido en torno al interés que han mostrado ciertos sectores políticos, fundamentalmente sobre el tema de la reelección presidencial y que al fin y al cabo, es una de las cosas que ha motivado esa reforma.

No olvidemos qué aspectos fundamentales de la Consulta Nacional que se realizó para la elaboración del proyecto de Reforma Constitucional no fueron enviados al Congreso Nacional por el Poder Ejecutivo, a través del proyecto que introdujo el Senado de la República y que esa situación es una de las que pende en el sentir de los dominicanos para no creer en la transparencia y la idoneidad de la pieza que están discutiendo los legisladores.

Ante ese panorama y algunas cosas que la población no conoce, se hace imprescindible que el nuevo texto constitucional sea revestido de un manto de credibilidad, que le asegure a la población que la Constitución de la República no será aprobada nuevamente como un traje hecho a la medida para las autoridades que gobiernan el país.

De ahí que reafirmamos nuestra creencia en que la mejor forma de salir de cualquier duda y darle la más absoluta confianza y credibilidad al trabajo que vienen realizando los asambleístas, por dotarnos de la Constitución a que aspiramos la mayoría de los dominicanos, debe ser sometido a la consulta popular para que su resultado deje atrás los oscuros episodios de la historia que han permitido que la Constitución Dominicana haya sido enmendada por 38 ocasiones, sin que ninguna de ellas representara el consenso nacional.

Es evidente que la parte más controversial de la reforma que se discute en la Asamblea Nacional , todavía no ha llegado al punto de agenda de los asambleístas y en los días por venir, antes de que se produzca el conocimiento del artículo 104, del proyecto remitido por el Poder Ejecutivo, el pueblo dominicano se estremecerá con las decisiones que habrán de tomar algunos congresistas que han estado cotizando sus cúrales en estos momentos de gran determinación política para el país.

A esos legisladores de todas las fuerzas políticas que han decidido pensar únicamente en sus intereses particulares, debemos recordarles que si la República Dominicana se ha mantenido en el subdesarrollo en que se encuentra, se ha debido a los desaires y a las frustraciones, que desde su fundación le han impregnado muchos de nuestros dirigentes políticos, que no han sido, ni son capaces de pensar en el porvenir ni el futuro de las nuevas generaciones de la nación.

De esas innobles aptitud y actitud hemos heredado la pobreza acumulada de nuestras poblaciones, la creciente delincuencia, la pérdida de valores y la firmeza de un pueblo que añoraba sus tradiciones. Que la sed de poder y las ambiciones por la reelección no los obnubile, porque al final sufriremos todas las penas de no tener el país que necesitamos.

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