Dicen que hay una manera especial para decir adiós a los poetas y tal vez sea desde sus “Poemas del Alma” que despidamos a Mario Benedetti, quien “falleció mientras dormía en su domicilio y en profunda paz”, según aseguró su secretario Ariel Silva.
¿Qué decir de los elementos éticos, que como referencia indiscutible nos cautivaron en sus textos, tanto poéticos, como literarios?
Con Benedetti aprendimos a decir, con poesía, que:
Mientras el tiempo pasa y pasan los desfiles y se hacen otras cosas que el norte no prohíbe con su esperanza dura el sur también existe
Como bien se repite en las despedidas de duelos: queda lo inmortal, lo que no puede apagarse con el tiempo. Del poeta uruguayo: de la América nuestra, universal y de cada ser que sueña, sigue su obra junto al verbo:
¿De qué se ríe?; ¿Qué les queda a los jóvenes?; A la izquierda del roble; Amor de tarde; Arco iris; Ay del sueño; Bandoneón; Botella al mar; Buenos días, Gabriel; Certificado de existencia; Conjugaciones; Decir que no: Defensa de la alegría: Desaparecidos: El infinito: El silencio del mar; El soneto de rigor; Enamorarse y no: Happy birthday; Hasta mañana; Intimidad; Mejor te invento; Nostalgia; Otro cielo; Te acordás hermano; Te quiero; Un Padrenuestro Latinoamericano…
Son éstos algunos de sus títulos, por sólo mencionar la poesía, que también integró de alguna manera sus cuentos. Porque, ¿puede separarse el alma del cuerpo, mientras haya vida?
Aún temblamos con la voz de Serrat y “Una mujer desnuda y en lo oscuro”; todavía reflexionamos con “Ustedes y nosotros”. Nos llenan las “Utopías”; y “Vamos juntos” con el “Yo no te pido”.
Por respeto a usted, don Mario, concluimos con sus versos, no hay otra manera, porque: (…)
Es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo.