“Al que de ajeno se viste, en la calle lo desnudan”
La Cámara de Cuentas en su reciente informe sobre una auditoria realizada al Ayuntamiento de la provincia de Seibo, nos presenta una montaña de corrupción.
Los ediles elegidos para velar porque dicha provincia sea limpia, embellecida, transitable y mas vivible, han respondido con acciones violatorias a la ley municipal, con el único fin de obtener beneficios personales, cogiendo dinero del erario publico. Solo veamos algunas malas acciones:
– El Sindico Reinaldo Valera debe responder por la asignación de obras de grado a agrado, por un monto superior a los RD$36 millones.
– Los regidores, Mauricio Paredes y José Elías Peguero solicitan que les sean descontados RD$4 mil mensuales de su salario, hasta completar la cantidad que recibieron excedente de la regalía pascual. Esto los convierte en jueces de su desacato y todo resuelto: “Un borrón y cuenta nueva”, si esto se permite se convierte en una invitación a la corrupción y seguiremos de mal en peor.
Las acciones malas son innobles y suscitan el rechazo espontáneo de la sociedad. Hay una estridencia estética en la perversidad: Algo grita, aunque no se oiga físicamente su voz; es la sensación de inmoralidad. La estética de las acciones humanas es primordial en la educación moral, la cual esta ausente en esta generación de politicastros.
¿Donde esta la dignidad de estos servidores públicos?
Los dominicanos repudiamos el reinado, la ralea de varones mas funesta para todos los mortales que los que tienen como profesión la corrupción y pregonan a los cuatro vientos que viven de acuerdo con la madre naturaleza; se ofrecen como honestos, moralistas, mintiendo; pero sus actos nos dicen de su moral hipócrita, pues están sometidos a todos los males degradantes de la dignidad humana. Son los perennes y mayores creadores de males sociales. No los aceptamos, dan asco, podredumbre humana.
Nunca son más terribles los politicastros que cuando muchos de ellos juntan sus vicios y asocian sus maldades. Nadie impulsa al desacato al hombre si no es otro hombre. Los corruptos no tienen la fuerza de la razón perfecta se le hace imposible ejercitar la virtud. Estos se han abandonado a lo incorrecto que aman sin límites. Andan sobre frágiles soportes, perdidos en la insaciable avaricia. Día tras día son cazadores, saqueadores del dinero asignado al presupuesto publico. Lo dicen las auditorias y esto merece la sanción penal.
Me impulsan las neuronas a un verso de Publio Sirio: “Muchas cosas faltan a la pobreza, todas a la avaricia. El avaro no es bueno para nadie, para el mismo pésimo”.
En mis singladuras por esta tierra y mares, muchas cosas he oído acerca del menosprecio del dinero, y en muchos escritos se enseña a los hombres que las riquezas deben estar en el alma y no en el patrimonio; que el verdadero rico es aquel que se acomoda a su pobreza y se siente rico con poca cosa. Pero mi alma se queda mas fuertemente impresionada al recordar aquel verso: “El mortal que menos necesita es el que menos desea. Posee cuanto quiere aquel que sabe querer lo que aprecia”
Pensando en esta disposición del mal, los errores y lo negativo de la vida, me compadece nuestra raza y concibo a este poeta sublime, por superior a la más grande altura humana. Recomendar la pobreza y demostrar que todo lo que excede de lo necesario es un peso inútil y gravoso.
En conversaciones con personas de distintos niveles educativos, he palpado la presencia de un derrotero en la frustración, que navega hacia la desintegración del débil sistema democrático, si es que en si lo es. Todos rechazan la impunidad que alimenta la corrupción, que como un alud a todos nos aplastara.
Cuando los delitos corroen la administración publica, así mismo destruye toda la estructura de la nación.
Es vergonzoso que la felicidad consista en el oro de la corrupción y pensar que cada cuatro años tenemos nuevos millonarios a costa del sudor de todos los dominicanos.
La historia de la humanidad nos enseña que esto no termina nada bien. Los malhechores tratan de disimular sus andanzas y la sociedad sabe de su enriquecimiento ilícito; ya están condenados.
Ningún humano puede sacar, borrar lo que la propia naturaleza repudia; por eso es que no hay crimen perfecto.