Mientras en el país se multiplica la modalidad de los pactos y se suceden continuas tácticas y estrategias políticas, cuyas consecuencias reales se verán después, (en el decir del maestro, “en política, lo real es lo que no se ve”), el mundo sigue aumentando el número de hambrientos, entre ellos dominicanas y dominicanos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), unos 1.000 millones de personas subsisten mal nutridas e impera la necesidad de crear nuevas políticas para erradicar el hambre.
Precisamente, fue el director general de la FAO, Jacques Diouf, quien dio la voz de alerta al anunciar que para 2050 será necesario alimentar a 9.000 millones de personas, “por lo que habrá que multiplicar la producción alimentaria”.
Claro que no es novedoso ni secreto el concepto de Diouf: el hambre y la pobreza se han convertido en acompañantes fantasmagóricos de la humanidad y aún cuando imágenes espectrales aparecen en los medios televisivos, no sólo en el continente africano, sino muy cerca de esta tierra, en la nación de Haití y aquí mismo, una especie de carencia de interés reina en muchos de aquellos que pueden asumir posturas más humanas para salvar a esos seres.
La concentración de las grandes riquezas sigue estando en manos de unos pocos. El representante máximo de la FAO considera "una obligación moral" y “una condición para el desarrollo social, la paz y la seguridad del mundo” el enfrentamiento a tan inquietante situación, como él mismo la denomina, sobre todo al comprobar estadísticamente, que en 2007 el número de personas hambrientas creció en 75 millones y en 2008 fue de 40 millones más.
El aumento del precio de los alimentos se considera como uno de los factores principales que, lamentablemente, actúa con voracidad implacable sobre las capas más vulnerables de la población mundial: niños, mujeres e indígenas.
En el país, se habla de unos 17 productos alimenticios cuyos precios han descendido en el mercado nacional, pero aún en los hogares la pregunta sigue siendo cómo seguir sobreviviendo a una crisis económica que no comenzó ahora, sino hace mucho tiempo.
Ojalá entre tantos pactos que se llevan a cabo, los políticos dominicanos acuerden cómo ayudar a los más desposeídos y hambrientos. Pero, de verdad.