Contrario a Santiago rico, el lado pobre vive en un ambiente de insalubridad extremo y despojado de las condiciones mínimas que un ser humano necesita para subsistir en las sociedades modernas.
Se compone de barrios con nombres pintorescos como sus habitantes: Pekín, Los Platanitos, La Barranquita, Nivaje, Cristo Rey, Barrio Lindo, Fondo de Botella, Arroyo Hondo, Obreros, Cruz de María López, Baracoa, la Joya, Bella Vista, Rafey, entre otros.
Los pobres de Santiago no cuentan con servicios básicos como agua potable, energía eléctrica, servicio de salud. Mucho menos viviendas adecuadas ni calles asfaltadas y hacen de tripas a corazon para comer por lo menos dos veces al día.
Los miembros de muchos de estos hogares recurren a los comedores económicos del gobierno. El menú casi siempre es arroz, habichuelas y carne; se oferta a RD$5.00, y es la única comida al día en gran parte de Santiago pobre.
Barrios caracterizados por una alarmante incidencia haitiana. Gente humilde, sin ninguna garantía de nutrición y con un mínimo de preparación académica. Hombres, mujeres y niños permanentemente expuestos a padecer enfermedades, por las cañadas y las letrinas; entre ranchetas y callejones.
Escuelas en casas ya inclinadas por los años, póster eléctricos carcomidos, y que parecen cundidos de tela araña, por los tantos pedazos de alambres tirados desde las viviendas.
Aguas negras y mucha basura por doquiera, calles inservibles, en su mayoría utilizada solo por los llamados motoconchos, y desde luego olvidadas por los vehículos de cuatro gomas, convirtiéndose en las únicas canchas de niños y jóvenes para practicar deportes.
En Santiago pobre existe un bajo nivel de ingresos y una elevada incidencia de la pobreza. La desigualdad de ingresos y oportunidades es cada día mayor, aumentando el hambre, la desnutrición, la delincuencia y el desempleo.
Muchos han construidos casuchas a orillas de las cañadas, ríos y terreno cenagoso, sin agua ni servicios sanitarios. Gran cantidad desempleados, y otros que acaban de llegar del campo.
Familias de cinco y seis personas ocupan esas casuchas hacinadas, dentro de las cuales ni siquiera pueden bañar sus hijos. No tienen parques, áreas verdes, bares, discotecas ni restaurantes. Allí no existen mascotas, sino perros realengos.
De las tarjetas de crédito, Santiago pobre sólo saben que existen. No se encuentran nombres sonoros ni viven políticos, mucho menos empresarios. Asimismo, por los callejones de Santiago pobre circulan motores chatarras, y no se celebran fiestas patrias ni cumpleaños.
Por sus calles no circulan vehículos marcas Ferrari Enzo, Maybach, Lamborghini, Aston Martin, Roll Royce Phantom, Range Rover sport supercharged, Cadillac escalade, ni Hummer.