Eduardo Ortiz Rosario es el recio e incansable luchador social de los barrios marginales de la capital y actual presidente de la popular premiación “Guachupitazo de Oro”, bautizado también como el “Galardón Noble del Pueblo” el cual, por su condición personal de extrema pobreza, ha tenido que abandonar.
Entrampado en su miseria, cabizbajo, carpeta en mano, en sandalias y vestimenta sufrida, cada día observamos a este abnegado y valioso hombre de la cultura moverse de una acera a la otra por las calles Federico Velásquez, esquina Doctor Betances, del sector María Auxiliadora.
Dicen que honrar, honra; pero Eduardo Ortiz, quien por casi 40 años ha distinguido a personalidades de la vida pública, tanto nacionales como a extranjeros, hoy desearía que alguien se le acercase y le brindase su mano solidaria para de esta manera mitigar un poco su situación que raya en la indigencia.
Eduardo Ortiz, a su 64 años, aún manifiesta sentirse con la fortaleza y el vigor necesario para continuar desarrollando actividades sociales que redunden en beneficio de la juventud, el deporte, la cultura y proseguir reconociendo en vida el aporte de dominicanos, quienes desde el lugar que ocupan en los medios de producción hacen en favor de la sociedad.
Ortiz muestra con orgullo un dosier de fotografías de la premiación Guachupita de Oro, la cual realizaba desde mediados de los años 70 en la plazoleta la Trinitaria, en la margen occidental de los puentes profesor Juan Bosch y Juan Pablo Duarte y que luego trasladó a hoteles de la ciudad de Santo Domingo, donde aparece junto a destacados empresarios, políticos, religiosos, militares, comunicadores sociales y dirigentes populares.
Leyendo la semblanza del profesor Juan Bosch, en el marco de una de las premiaciones, el también fenecido Don Dato Pagan Perdomo, dijo que el Guachupita de Oro es la gracia que los humildes de la República otorgan a los hombres y mujeres capaces de entregarse por las causas más nobles de la sociedad.
Los presidentes de la República Dominicana y Venezuela, doctor Leonel Fernández y Hugo Rafael Chávez Frías, junto a Milagros Ortiz Bosch, doctor Cruz Jiminián, el evangelista Ezequiel Molina, Bienvenido Alvarez Vega, Radhamés Gómez Pepín y los extintos periodistas don Rafael Herrera Cabral y don Mario Alvarez Dugan, entre otras personalidades de la vida pública de la nación, han sido reconocidos por Eduardo Ortiz y el Guachupita de Oro.
A pesar de haber entregado por más de treinta años su fuerza de trabajo al estado, Eduardo Ortiz hoy no cuenta con una vivienda, ni pensión y menos con seguro médico.
En la actualidad, mal vive en un cuartucho de la calle Federico Velásquez, que generosamente y a modo de préstamo le ha brindado un amigo, quien reconoce la labor desprendida, altruista y filantrópica del dirigente social.
Alguien tendrá que dignarse y premiar a este grandioso ser humano que ha entregado gran parte de su vida al servicio de los demás.
No esperemos que una vez más se haga realidad la frase lapidaria del poeta don Francisco Henríquez y Carvajal, quien escribió: “Oh América infeliz, que solo te acuerdas de tus grandes vivos cuando son tus grandes muertos”.