Rolando Florián Féliz fue el recluso más privilegiado del sistema penitenciario dominicano hasta que los procesos por los denominados fraudes bancarios crearon un club de primera en la penitenciaría de Najayo.
Las concesiones de la que era objeto no mermaron en modo alguno, pero la comparación permitió vislumbrar que resultaban menos flexibles que las otorgadas a los banqueros, a los que se les ha hecho sentir, en algunos aspectos, mejor que sus propias casas.
La lucha de clases, enmascarada en la más nimia competición social, ya ha tenido efectos catastróficos. Es ella la que ha tintado de sangre los parqueos de varias discotecas y la que ha sellado de duelo el corazón de madres dominicanas, que jamás han vuelto a vivir la vida con felicidad.
Sucedió cuando a unos jóvenes de clase media alta, ayudados por la ingesta desproporcionada de alcohol, se les llenó el pensamiento de malos deseos, contra otro joven con mayor capacidad económica y colocación VIP reservada en unas de esas vitrinas diseñadas para el boato y la ostentación, que para más agravante, era rico pero no de apellido y su piel era cónsona con el color de la noche.
Resultó demasiada ofensa que todos vieran, principalmente las damas, que usted es tan poca cosa que se le moviliza de un puesto que ha ocupado primero, para colocar a un cliente de mejor rentabilidad para el negocio.
Peor aún si se trata de uno que por razones sociales, los afectados los consideran menos, aunque su bolsillo represente más.
A Florián Féliz nadie lo preparó para asimilar su destronación como el número uno en privilegios carcelarios, y es evidente que esa inteligencia emocional que le permitió mostrar talento, valentía y liderazgo en el submundo en el que se hizo rey, no le alcanzó para procesar mentalmente la diferenciación social y racionalizarla de modo que no lo amargara.
El dinero abre puertas y puede colocar a las personas en los mismos restaurantes, las mismas vecindades, los mismos vehículos, etcétera, pero no opera necesariamente como un igualador social.
Los banqueros de los que recelaba Florián cargan con un privilegio en el tratamiento que los acompaña como sello desde el vientre de sus progenitoras: son ricos de cuna.
Es evidente que Florián tenía la aspiración intrínseca de convertirse en un individuo del jet set. Su obsesión por la moda aún en las peores circunstancias así lo evidencia, pero lo señores con los que quiso equipararse nacieron y se desarrollaron en el ámbito al que Florián quiso pertenecer, sin que jamás tuviera la oportunidad de lograrlo, aunque en vez de rico por vía del narcotráfico, hubiese amasado fortuna como pelotero de grandes ligas, a los que por cierto, nadie de clase media alta para allá, desea de vecinos.
Si sectores de la sociedad han abogado porque esos banqueros se mantengan en prisión, no lo hacen por la percepción de que puedan representar peligro alguno para la sociedad, sino sencillamente porque se aspira a que reciban un escarmiento. A ellos les podrían dejar las celdas abiertas y ninguno va intentar la fuga, como si la planeó Florián, cuando se le descubrió la construcción de un túnel en la cárcel de Monte Plata.
No hay ahorristas con motivos para procurar venganzas porque todos fueron redimidos o por el Estado o por los propios banqueros, por lo que no enfrentan los riesgos de atentados que pudiera experimentar el jefe de una organización criminal que continuaba operando desde la misma cárcel, con acontecimientos tan gravosos como el ordenamiento de un asesinato.
Aunque en varias oportunidades hizo gala de su soberbia, Florián cargaba su cruz sin mayor pesar hasta que dejó de sentirse el más privilegiado, el gran don Juan que cultivaba la vanidad femenina desde la cárcel, demostrando que continuaba siendo un individuo con poder para hacer y deshacer.
La noche que tomó el cuchillo para salir a ajustar cuentas con el coronel que lo estaba “perturbando” no sólo estaba borracho de alcohol sino de resentimiento. ¿Cómo era posible que sus cuartos siendo iguales no rindieran para permitir que uno que otro día se le tolerara, como a otros, amanecer con una o varias mujeres?
Sencillamente Florián sólo pagaba con cuartos que, en caso de escándalos, exponen a la destitución, pero en cualquier concesión a los del club de primera, no sólo hay menos riesgos en caso de descubrimiento y más indulgencia mediática, sino que se trata de gente con poder para la protección y para la premiación.
Que lástima Florián que escogieras el camino de la riqueza de gozo efímero, y que después de tanto andar te percatara de que tu mundo te condujo a un final tan infeliz que sólo en el lecho de muerte pudiste experimentar la satisfacción de que tu madre te besara por primera vez, desde hace muchos años, fuera de la prisión.