El conflicto entre los transportistas de cargas de la República Dominicana y Haití ocupó en días pasados espacios principales en la prensa nacional, debido a las afectaciones que ocasionó al mercado, en el cual dejó pérdidas diarias al empresariado dominicano por alrededor de RD$10 millones.
Ahora, tanto el presidente del Consejo Nacional de Fronteras, Radhamés Batista, como el embajador de Haití en el país, Fritz Cineas, reclaman “reglas claras” en el intercambio comercial entre ambas naciones, que puedan impedir nuevos conflictos, y abogan por medidas que enfrenten el contrabando de armas, el narcotráfico y la trata ilícita de personas en la zona fronteriza.
La idea es, según Batista, que “en la frontera se use el modelo de los puertos, es decir, que los camioneros dominicanos lleven la carga hasta la frontera y de ahí sea asumida por los haitianos y viceversa”.
Cineas añade el comentario de “contar con autoridades que no violen las leyes y respeten al pie de la letra las disposiciones de ambos gobiernos para que el intercambio comercial sea lo más transparente posible”.
De un lado y del otro se precisan ideas que detallan una frontera imaginaria, esa que separa los dos territorios y donde deben existir leyes, lo suficientemente vigiladas para que sean cumplidas con estrictas acciones, “a fin de que posibiliten el desarrollo económico de la zona y creen las condiciones para que los haitianos no entren a territorio dominicano en busca de un mejor futuro”.
Pero, en verdad, ocurre todo lo contrario y aunque el diplomático de Puerto Príncipe presume que su país ha empezado a superar la inestabilidad política y las relaciones entre las dos naciones "van por buen camino”, la realidad tiene otros matices que preocupan a los de allá y a los de acá.
Es cierto que la modernización de los pasos fronterizos es parte de la solución, pero no es todo. Hubo este trance entre camioneros, que provocó daños y perjuicios; pero, las violaciones que diariamente ocurren en la frontera transcurren como un secreto a voces que, lamentablemente, no se soluciona sólo con la buena voluntad de las partes.